La terapia de pareja consiste en sesiones de tratamiento psicológico que se brinda a ambos miembros de una relación afectiva, ya sean novios, esposos o ex-cónyuges. La terapia s mediada por un psicoterapeuta o terapeuta profesional que debe estar certificado por organismos oficiales del país donde ejerce.
Las sesiones de terapia pueden durar desde 30 minutos hasta 2 horas y es impredecible el número de sesiones necesarias para solucionar los problemas.
El terapeuta de pareja colabora en la solución de los conflictos, da herramientas para crear una convivencia armoniosa, entrena a los miembros en aspectos que fortalecen la intimidad, mejoran la comunicación y sanan los vínculos de la relación.
Existen diversos tipos de terapia de pareja. Se pueden clasificar por escuelas o según el enfoque que utiliza el terapeuta para intervenir y relacionarse con los “clientes” o “pacientes”.
Algunos de los enfoques psicoterapéuticos más conocidos en la terapia de pareja son:
La terapia de pareja cognitivo-conductual surge en los años ochenta fruto de la concurrencia entre el conductismo y la psicología cognitiva. Se basa en el razonamiento grupal, la asignación de tareas y creación de metas.
Enfatiza en dotar a la pareja de herramientas y técnicas que modifiquen las conductas. El terapeuta entrena, experimenta y ensaya los cambios. Además se analiza el ambiente y su relación bidireccional con los comportamientos.
Este enfoque data de los años cuarenta y su máximo promotor fue Fritz Perls. El enfoque gestáltico pretende que cada miembro de la pareja se de cuenta de sus emociones, pensamientos, cambios físicos y adquiera una mayor conciencia de sí mismo.
A partir de este autoconocimiento se construyen interacciones de pareja más equilibradas que facilitan el encuentro auténtico en el aquí y ahora. El terapeuta les ayuda percibir cómo están funcionando y qué opciones tienen para solucionar los conflictos.
A través de la vivencia y las nuevas experiencias en cada sesión de terapia, la pareja descubre nuevas formas de relacionarse marcadas por dimensiones de sí mismos y de su pareja que eran desconocidas.
La terapia psicoanalítica centra su escucha en el funcionamiento de la pareja como una entidad psíquica. Esta técnica tiene en cuenta los aspectos inconscientes y los conflictos psíquicos de cada miembro, así como las relaciones de transferencia y contratransferencia que se generan con el terapeuta.
El enfoque psicoanalítico considera que las crisis de pareja responden a una crisis de identidad que tiene sus raíces en la subjetividad del sujeto, en escenas traumáticas de su vida y a veces en huellas de dolor que vienen de generaciones anteriores.
Este enfoque integra dos aproximaciones terapéuticas: la gestáltica y la sistémica, dando como resultado una terapia constructivista. Su foco de atención es la carga emocional de las interacciones de la pareja.
Su propósito es promover la alianza y la seguridad en la relación a través del uso de las emociones.
En la actualidad las parejas enfrentan numerosos conflictos, muchos de ellos tienen su raíz en el medio social. Factores como la crisis económica, la precariedad laboral, la equidad entre ambos sexos, la apertura a relaciones abiertas y con personas del mismo sexo, el culto a la individualidad y el estrés dificultan los proyectos de vida en común. No es raro escuchar mucha decepción generalizada y personas que opinan que la relación de pareja está en crisis.
Según datos de INEGI, los matrimonios en México disminuyeron un 19,3% en la última década y los divorcios se incrementaron en un 74,3%, estos últimos generalmente pedidos por las mujeres. Los motivos más importantes que generan las rupturas son la violencia física y psicológica o la negativa de los hombres a contribuir al sostenimiento del hogar.
Surge de inmediato la curiosidad por saber qué lleva a las parejas a la ruptura. ¿Qué está cambiando que el principio de “hasta que la muerte nos separe” ya no es válido y ha caído en descrédito.
Los conflictos de pareja más comunes y que se soluciona con terapia están relacionados con la toma de decisiones en diferentes ámbitos:
Es necesaria la terapia de pareja si en la relación aparecen de forma recurrente estos comportamientos:
Muchas parejas llegan al matrimonio o empiezan una relación por miedo a la soledad y se plantean de forma optimista cambiar a la otra persona en aquellos aspectos que no le gustan.
Si bien es cierto que en las relaciones de pareja se establece una influencia mutua espontánea; está condenada al fracaso una relación en la que uno de los miembros mediante la imposición, el chantaje o la persuasión pretenda cambiar el comportamiento del otro.
Las personas cambian únicamente si tienen el deseo de hacerlo.
La terapia de pareja puede fracasar si los miembros no son capaces de asumir su rol y responsabilidades en los conflictos. Muchas parejas van a terapia y esperan que el terapeuta valide su condición de víctimas y se ponga de su lado.
El terapeuta no debe tomar partido por nadie. Los resultados de la terapia se aceleran si ambos tienen el valor y la madures para analizar sus comportamientos y entender cómo estos contribuyen a mantener vivos los conflictos, sin culpabilizar a los demás.
Ocultar aspectos importantes de tu vida y que afectan la vida en pareja es muy perjudicial. Los secretos resquebrajan la confianza y pueden generar la ruptura.
Enfermedades, adicciones, vivencias traumáticas, fantasías sexuales, planes profesionales y de futuro, son temas sobre las que parejas deberían ser capaces de hablar abiertamente.
Algunas parejas esperan demasiado tiempo para ir a terapia y la usan como último recurso casi a las puertas de la separación o el divorcio. No es correcto pensar que de forma espontánea los problemas se arreglarán y todo volverá a la normalidad.
Lo ideal es que ante los conflictos persistentes se acuda a terapia para solucionarlos. ¡Cuánto antes, mejor!