Como cualquier otro trastorno, el trastorno de la personalidad antisocial incluye una afección mental donde la persona presenta un determinado patrón de conducta, siendo en este caso, el desprecio, la violación y la explotación de los derechos de las demás personas. Entre otras cosas, este comportamiento se caracteriza por ser delictivo, donde el individuo se vale de la mentira y la manipulación. Este trastorno pertenece al grupo de los trastornos de la personalidad, y normalmente inicia en la infancia o en la adolescencia, prolongándose hasta la edad adulta. La realidad es que estas personas muestran desprecio por los sentimientos del resto, manifestando su incomodidad de forma impulsiva e irresponsable, también tienden a culpar a otros por su comportamiento y son incapaces de llevar una relación honesta sin engaños.
El trastorno de la personalidad antisocial, denominado fuera del campo clínico sociopatía, se encuentra íntimamente relacionado con el trastorno disocial de la personalidad, sin embargo, la diferencia es que mientras éste último consiste en una conducta repetitiva y persistente con conciencia de los actos cometidos, el trastorno de la personalidad antisocial es una patología psíquica en el que las personas que la padecen pierden la noción de la importancia de las normas sociales.
Se presenta con mayor frecuencia en los hombres y especialmente en las personas que viven en un ambiente familiar problemático, inestable, carente de afecto y violento. Un hogar en el que los padres no les prestan la atención suficiente a sus hijos, no reprenden sus malos comportamientos ni vigilan sus costumbres. Sin embargo, esta alteración también se presenta con mucha frecuencia en los jóvenes que han sido sobreprotegidos por sus familiares, donde los padres cometen el error de satisfacer cualquier capricho y permitir que el joven asuma conductas inapropiadas.
Se considera que el trastorno de la personalidad antisocial es uno de los más difíciles de curar, puesto que los individuos que padecen esta afección, extrañamente reconocen que tienen un problema y acceden a buscar un tratamiento para la sociopatía por su propia cuenta, asimismo, se considera que el mejor tratamiento es la intervención cognitivo-conductual y se recomienda evitar el uso excesivo de fármacos durante el proceso.
Podríamos señalar como una de sus tantas características, la frialdad con la que los individuos se comportan frente a situaciones peligrosas que cualquier otra persona asumiría con temor o prudencia. Con esto queremos decir que las personas con trastorno de la personalidad antisocial se creen inmunes al peligro, y a su vez, resultan atraídas por situaciones realmente riesgosas que incumplan con las normas impuestas por una sociedad. Es así como este trastorno suele desarrollarse en los individuos que desde pequeños han manifestado rechazo a seguir con las normas que les imponen en el colegio o las instituciones a las que asistan.
El trastorno de la personalidad antisocial se subdivide en cinco tipos, el primero de ellos es el nómada, donde se presentan síntomas esquizoides, en esta categoría el individuo muestra un gran resentimiento ante la vida, se siente aislado, solo, abandonado y por ello reacciona de forma agresiva frente a cualquier factor que le disguste, por muy pequeño que este sea. Luego ubicamos el malevolente, un tipo de TPA que presenta rasgos paranoides, se trata de una persona viciosa, rencorosa y maligna que asume una conducta resentida, son individuos que sienten deseos de venganza y siempre se encuentran a la defensiva, pues creen que todas las personas tienen la intención de traicionarle.
El tercer tipo es el avaro, y estos sociópatas sienten rechazo, adoptan una mala actitud, tienden a ser personas muy envidiosas y avariciosas. Luego se encuentra el tomador de riesgos, un individuo amante de la aventura, imprudente e impulsivo, siente una gran necesidad de enfrentarse al riesgo aunque esté violando las normas de un lugar. Por último, encontramos al defensor de la reputación, también conocido como narcisista, se trata de una persona que quiere mostrarse invencible e indomable, su intención es defender su imagen delante de los demás a través de conductas antisociales que reten a las autoridades del lugar.
Es importante saber diferenciar al trastorno de la personalidad antisocial con una conducta ilegal o criminal, siendo una de las características principales de la enfermedad en cuestión, por tanto, el diagnóstico se convierte en una labor ardua que se complica cuando el individuo ingiere alcohol o drogas porque potencia ambas. Al respecto, debemos decir que el trastorno de personalidad antisocial además de manifestarse con conductas delictivas, posee un universo de características psicológicas inequívocas, que solo podrán descifrarse a través de un correcto diagnóstico.
Para lidiar con las personas que padecen del trastorno de la personalidad antisocial, debemos guardar distancia. Es natural que en algunas circunstancias nos resulte difícil cortar relaciones con amigos cercanos o familiares que sufran de este problema porque automáticamente nos sentiremos seres egoístas, pero tenemos que estar conscientes que es posible que se presente la necesidad de distanciarnos un poco con el objetivo de garantizar nuestra integridad emocional, y en ocasiones, nuestra salud física.
Luego debemos establecer nuestros límites, mantener una distancia adecuada con una persona que padece de un trastorno de personalidad antisocial, esto en el caso de que nos resulte complicado alejarnos completamente de ellos. La naturaleza de la enfermedad conlleva a que las personas que la padecen traten de quebrantar esos límites o quieran irrespetar la distancia establecida, pero nuestra tarea será mantenernos firmes, y en algunos casos, acudir a grupos de apoyo que nos ayuden a manejar el problema de una forma eficaz.
Posteriormente, tendremos que anticipar las señales que nos indiquen la presencia de una conducta violenta. Especialmente si mantenemos una relación estrecha con alguien que padece de trastorno de la personalidad antisocial, lo más recomendable es aprender a reconocer las señales que nos alerten de algún comportamiento violento para lograr protegernos a nosotros mismos o a los que se encuentran a nuestro alrededor. De igual forma, tenemos que mantener presente que las predicciones no siempre son certeras, pero existen elementos que nos facilitan el pronóstico: los delirios, la posesión de armas, la relación con grupos delictivos, el abuso del alcohol o drogas, interés especial por generar daños en los demás o ejecutar amenazas, así como asumir una conducta de aislamiento.
Por último, tendremos que comunicarnos con la policía si las amenazas continúan en aumento o si el individuo comienza a comportarse de forma violenta. Es posible que tengamos que aplicar medidas que resguarden nuestra propia seguridad y la de las personas que nos rodean. Más sin embargo, no todo consiste en evadir el problema, pues como personas allegadas nuestra responsabilidad también consiste en ayudar a buscar la pronta recuperación.
En primer lugar, será necesario encontrar un diagnóstico emitido por un psicólogo o psiquiatra que sepa identificar los síntomas de esta enfermedad y descartar otros problemas con síntomas parecidos. Puede que a simple vista, una persona que no conoce de este trastorno, piense que el individuo padece de otro problema con características similares. Es así como conviene aclarar que solo un profesional de la salud mental será la persona calificada para dar un diagnóstico oficial y verídico.
Las personas que sufren de trastorno de personalidad antisocial se muestran como individuos resentidos socialmente, con dificultad para relacionarse emocionalmente con otras personas, acostumbran a ser arrogantes, llevan a cabo actos agresivos, e incluso delictivos, tienen episodios de disforia, son poco tolerantes, muestran signos de frustración ante cualquier fracaso, tienden a ser personas depresivas y ansiosas. De acuerdo con los estudios, los sociópatas tienen mayores posibilidades de morir a temprana edad.
En términos básicos, se puede detectar este problema si el individuo manifiesta alguna dificultad para adaptarse a las normas sociales y las leyes, asumiendo conductas repetitivas que generan consecuencias legales, por ejemplo: destruir propiedades o hurtar objetos. Asimismo, el sociópata suele ser deshonesto y miente reiteradamente. Algunos de ellos usan un sobrenombre, alias o nombre de pila para no revelar su verdadera identidad y estafar a otras personas, una forma típica de cometer delitos.
Nos referimos a personas impulsivas que no piensan antes de actuar, y que al mismo tiempo, les cuesta planificar actividades a largo plazo, es decir, se les dificulta organizar el futuro. Son individuos irritables que suelen tener peleas físicas con otras personas, también desde el punto de vista familiar pueden detectarse los malos tratos a la pareja, a los hijos o a los parientes cercanos. Estos individuos llegan a despreocuparse totalmente por su seguridad y la de las personas que lo acompañan, por tanto, diversos estudios los han identificado como personas irresponsables y sin juicio. La mayoría de ellos no tendrá la capacidad de mantener un trabajo o de asumir responsabilidades económicas, otra característica importante es que los sociópatas nunca sienten remordimientos por sus actos o conductas inapropiadas.
En el caso de los niños, este trastorno se presenta de forma muy evidente, los infantes suelen hacer bullying y comportarse como unos rebeldes, mentirosos, crueles y frívolos, en otras palabras, individuos con indicios de delincuencia desde muy temprana edad, que a medida que pasan los años, van creciendo y empeorando hasta que en la adolescencia se convierten en jóvenes marginales que comienzan a consumir alcohol y drogas. Los padres se darán cuenta que existe una irregularidad cuando sus hijos presenten problemas en el colegio, por peleas con otros alumnos, atención dispersa, ausencia en las clases y malas calificaciones. En este escenario, los padres se verán en la obligación de cambiarlos de colegio por la deficiencia de sus hijos en las instituciones educativas, pero esto no significa que la inteligencia de estos individuos sea inferior a la del resto.
Otros síntomas serían: mentir constantemente para engañar a las demás personas, manipular a los más allegados, convertirse en individuos muy egocéntricos, sentirse superiores, tener problemas con los entes legales del lugar donde vive por haber violado los derechos de otros o haber cometido delitos, conseguir los objetivos a través de la intimidación y la deshonestidad, abusar de niños, ser impulsivos, agresivos, hostiles, irritables, ser personas carentes de remordimientos, asumir conductas arriesgadas, tener dificultad para el aprendizaje y consumir drogas o sustancias estupefacientes. Finalmente, los expertos consideran que este trastorno dura toda la vida aunque síntomas como las actitudes delictivas y el consumo de drogas, pueden disminuir con el pasar de los años.
Las causas del trastorno de personalidad antisocial corresponden a una fusión de factores genéticos y circunstanciales. En primer lugar, haremos mención de las hormonas y los neurotransmisores, puesto que algunos acontecimientos pueden afectar el desarrollo del sistema nervioso central, situación que conlleva a la liberación de hormonas capaces de cambiar los estándares normales de desarrollo. Asimismo, se ha comprobado que los criminales acusados por cometer crímenes violentos (masacres, asesinatos), suelen tener un nivel de testosterona más elevado de lo normal, cabe decir que la testosterona es una hormona relacionada con el dominio social, el déficit de atención, el comportamiento agresivo, el sexo y la constante búsqueda de emociones fuertes.
Con relación a los agentes hormonales, por una parte, algunos estudios han diagnosticado que las conductas violentas están relacionadas a endocrinopatías, hiperandrogenismo, hipertiroidismo, hiperglucemia y a la tensión premenstrual. Por otra parte, haciendo una breve comparación entre hombres y mujeres, se ha detectado que el hombre no solo supera en número de afectados por la enfermedad, sino que también sus conductas delictivas tienden a ser mucho más graves que las cometidas por las mujeres. Por ende, las conductas adoptadas por ambos géneros suelen diferenciarse por las hormonas gonadales, especialmente la testosterona, de la que hablábamos anteriormente.
Los agentes neuroquímicos también juegan un rol indispensable, puesto que los expertos aseguran que existe una relación entre las conductas agresivas y la serotonina en el cerebro, por ejemplo, los expertos han encontrado disminución o aumento de algunos neurotransmisores en el cerebro de las personas que cometen actos suicidas o violentos, de este modo, consideran que hay bajos niveles de serotonina y altos niveles de dopamina en las personas que sufren del trastorno de la personalidad antisocial, por consiguiente, los profesionales en el área consideran que estos niveles cerebrales podrían predecir las conductas agresivas.
Respecto a la noradrenalina, los estudios corroboran que tiene relación con la agresión afectiva, bien sea por defensa o impulso, mientras que la dopamina inhibe la agresión depredadora, y la serotonina es un neurotransmisor que cumple un papel inhibitorio para la ejecución de actos impulsivos, por lo que podríamos asegurar que los individuos con bajos niveles de serotonina tienen problemas para controlar los actos impetuosos.
Otro punto a desarrollar es el tema de la transmisión de la enfermedad por herencia, y en este caso, el trastorno de la personalidad antisocial es el resultado de la combinación de factores biológicos, genéticos y circunstanciales. Así que este problema no se presenta porque un individuo nazca antisocial, más sin embargo es posible que las personas nazcan con irregularidades biológicas que contribuyan con la aparición de este trastorno en un futuro próximo.
Por otra parte, las diferencias culturales ocupan un lugar importante, debido a que las normas difieren significativamente de la personalidad del sociópata. Entendiendo que en algunos países, las leyes o normas se cumplen con mayor rigidez que en otros, por consiguiente, el trastorno de la personalidad antisocial puede manifestarse de forma distinta dependiendo del lugar donde se encuentre el individuo. Pero también existe otro escenario interesante, por ejemplo, si un niño de 13 años, se muda con su familia a un lugar con una cultura totalmente distinta, y el infante es incapaz de adaptarse a esa nueva forma de ver la vida, es posible que el joven comience a desarrollar actitudes de rebeldía en contra de las normas de ese lugar.
El ambiente es otro factor indispensable para el análisis, recordando que el entorno familiar y social influyen en el desarrollo de la conducta de una persona de forma significativa, por ejemplo, si los padres muestran comportamientos antisociales, agresivos o delictivos, pueden transmitirlos a sus hijos, quienes aprenderán a comportarse de la misma manera gracias al aprendizaje por observación e imitación. Finalmente, un punto interesante a tocar es que desde la década de los 80, algunos científicos han relacionado las lesiones cerebrales con la dificultad para tomar decisiones racionales y morales que no perjudiquen a la sociedad, en otras palabras, dichas lesiones están relacionadas con el trastorno de la personalidad antisocial.
Es posible también, que el sociópata en su niñez no haya recibido la atención necesaria o haya sido víctima de abusos físicos o sexuales. Es de resaltar que normalmente estas personas tienen un promedio de vida inferior al de la mayoría y que el proceso de aprendizaje a lo largo de su vida supone un elemento crucial, dado que éste puede venir construyendo esquemas de aprendizaje patológicos, en este caso, hablamos de parámetros que refuerzan la conducta agresiva o vengativa, y a su vez, generan sentimientos de inferioridad en el individuo.
Cuando el niño se convierte en adulto, este problema comienza a afectar su entorno laboral, perjudicando su rendimiento por la incapacidad de adaptarse a las normas o reglas de trabajo, por tanto, a estos individuos les despiden o ellos mismos abandonan el puesto aunque necesiten el dinero y no tengan otra opción para obtener dinero de forma legal. Es así como estas personas tampoco son capaces de asumir otras responsabilidades que implica ser un adulto consciente, entre ellas, el rol de padre (económicamente y afectivamente).
Estas personas también tienden a contraer deudas que generan problemas familiares, inclusive puede afectar la seguridad de aquellos que le rodean, este escenario se presenta por grandes apuestas de dinero en los juegos de azar y préstamos para comprar drogas o alcohol, es así como las personas que padecen del trastorno de la personalidad antisocial pueden convertirse en alcohólicos, drogadictos o individuos extremadamente depresivos, pero estas personas también pueden llegar a padecer nuevos trastornos psicológicos.
Las peleas con familiares y allegados también son muy frecuentes en el sociópata por su carácter tan violento e impulsivo, son individuos incapaces de razonar o de tratar de mediar las cosas a través de la conversación o vías pacíficas, pues recordemos que estas personas son extremadamente intolerantes y no dan lugar al diálogo. De igual modo, dicha agresividad puede manifestarla hacia sí mismo, por esa razón, algunas de las personas que sufren de esta enfermedad, tienden a autolesionarse. Por último, las consecuencias de las conductas delictivas afectan tanto al que las comete, como a las personas que se encuentran cerca de él.
Otra consecuencia es la pérdida de afectos, entiéndase amigos o parejas, puesto que estas personas no están en la capacidad de intercambiar cariño ni de mantener relaciones que exijan calidez, intimidad o responsabilidades. Diversos estudios han confirmado que la mayoría de los sociópatas que se casan, al poco tiempo terminan divorciándose, separándose, o viven un matrimonio violento y disfuncional.
La prostitución, la homosexualidad y la promiscuidad, también son consecuencias de las personas que sufren de este trastorno, pues ellas tienden a experimentar sus primeras relaciones sexuales a edades muy tempranas, justo cuando su psicosexualidad se encuentra inestable, poco formada o alterada. Es común que el sociópata manifieste conductas relacionadas con el incesto y el estupro, así como también, se ha diagnosticado que una gran cantidad de antisociales son violadores, amantes del sadismo sexual, y ejecutores de delitos sexuales. Lo cierto es que cualquiera de los delitos cometidos traerá como consecuencia el encarcelamiento del afectado, una de las consecuencias más graves.
Antes de iniciar el tratamiento, es necesario acudir al diagnóstico para conocer con mayor detalle el problema a tratar. Así que, cuando un profesional sospecha que una persona puede padecer del trastorno de la personalidad antisocial, le somete a una serie de pruebas, análisis y exámenes médicos que ayudarán a determinar el diagnóstico, uno de ellos es el examen físico, usado para descartar otras enfermedades o desequilibrios con síntomas parecidos, luego tenemos las pruebas de laboratorio y la evaluación psicológica, indispensable para medir los sentimientos y los patrones de conducta del paciente. Las personas con sociopatía difícilmente confirman sus síntomas, así que el psicólogo tendrá que acudir a la familia y amigos cercanos para obtener información más precisa.
En primer lugar, los profesionales deben detectar si el paciente tiene antecedentes criminales, puesto que es común que una persona con trastorno de la personalidad antisocial tenga en su historia varios arrestos por crímenes o delitos. Es preciso señalar que estos problemas inician desde la niñez como problemas minúsculos, que luego, en la adolescencia empeorarán hasta que el individuo se convierta en una persona adulta y potencialmente peligrosa. Para el diagnóstico, también es importante detectar problemas de drogas o alcohol.
Por otra parte, el psicólogo encargado del diagnóstico tendrá que identificar las mentiras y las conductas engañosas del paciente, recordando que este tipo de personas han conservado durante toda su vida el hábito de mentir de forma reiterativa, incluso en temas irrelevantes o sin importancia, lo cierto es que los sociópatas manipulan a otras personas con engaños para obtener un beneficio, y el profesional tendrá que identificar cuál es el patrón que se repite con mayor frecuencia, o en otras palabras, cuáles son generalmente los objetivos que busca el enfermo.
Previo al tratamiento, el psicólogo deberá hacer una historia completa, buscar información complementaria, informarles al paciente y a sus familiares cuál es el diagnóstico, y a través de un contrato, establecer las responsabilidades del experto durante la terapia. Durante el tratamiento puede que el paciente se resista al cambio, pero al mismo tiempo, diversas investigaciones han demostrado que existen técnicas eficaces para tratar este tipo de trastorno, siendo la más recomendable la terapia cognitivo – conductual, la cual se ha aplicado para reducir la repetición del comportamiento antisocial del individuo.
En términos generales, podría decirse que el tratamiento trabaja sobre la base psicosocial que abarca desde la terapia individual hasta la terapia grupal y familiar. Estos trastornos específicos de la personalidad son difíciles de tratar si no se elige a un terapeuta con experiencia y entusiasmo, que tenga la capacidad de entender la visión que tiene el paciente de su propia imagen y la sensibilidad que despiertan situaciones específicas para comprender la raíz de algunas reacciones. Estas cualidades del psicólogo no serán suficientes para solucionar el problema, pero son importantes para llevar un buen tratamiento.
Un tratamiento generalizado busca en primera instancia: aminorar los niveles de angustia, disminuir el estrés, reducir la ansiedad, hacerle entender al paciente que los problemas que le atormentan son internos y no externos, que las actitudes que asume son inadecuadas y traen consigo consecuencias realmente perjudiciales, en definitiva, hacerlos responsables de su humor y estado de ánimo, también establecer un límite en sus conductas antisociales y cambiar los rasgos de la personalidad que están generando los problemas.
Más adelante, el terapeuta se dará a la tarea de ayudar al paciente a detectar cuáles son los factores que desencadenan el estrés, y a partir de ahí, el psicólogo considerará distintas formas para superar esto. En teoría, la terapia psicosocial ayuda al afectado a salir del contexto estresante y ansioso en el que se encuentra, a través de técnicas y dosis bajas de fármacos durante un tiempo limitado, recordando que éstos son poco recomendados pero en ocasiones necesarios en menor medida.
El profesional debe mantener una relación con el paciente basada en el respeto mutuo y en la cooperación, gracias a esto, el paciente puede tomar consciencia de su conducta inadecuada para mejorarla. Con una relación apropiada entre ambos, el paciente reconocerá los beneficios que ha traído su cambio de actitud y su visión de la vida, igualmente es de aclarar que este proceso puede tardar mucho tiempo y requiere de mucha constancia y esfuerzo.
Lo primero que el psicólogo debe buscar mejorar son los comportamientos mínimos que producen malestar en el paciente, entre ellos, la imprudencia, el aislamiento y la violencia impulsiva, pues con la mejoría de ellos, el paciente podrá rescatar su actividad en el campo laboral y mejorará sus relaciones personales en menor medida. En ocasiones, es posible que el profesional se vea en la necesidad de controlar los impulsos del paciente durante la consulta, por ejemplo, reprenderle cuando alza el tono de voz si se encuentra molesto. Dependiendo de la gravedad de los ataques de ira, será necesario que el tratamiento se lleve e cabo en un hospital o una institución cerrada.
La idea de aplicar psicoterapia grupal puede ser muy útil para mejorar el comportamiento en cuestión de meses, por ejemplo, la participación en los grupos de autoayuda puede ayudar al individuo a desarrollar en este período de tiempo, la confianza necesaria para expresar sus problemas, después de esto, sería buen momento para aplicar la psicoterapia individual o la terapia cognitiva. Al respecto, debemos decir que el tratamiento de la psicoterapia es un poco limitado, siendo su principal objetivo inculcar un código moral y establecer conexiones entre las acciones de la persona y sus sentimientos, en este sentido, las emociones se convierten en un factor indispensable para el tratamiento de este trastorno, por tanto, el psicólogo deberá establecer una relación terapéutica sólida y estrecha con el paciente.
La psicoterapia individual constituye la base fundamental del tratamiento del trastorno de personalidad antisocial, y gracias a ella, el paciente podrá entender la relación que existe entre su trastorno y los problemas que vive actualmente, por lo que tendrá que aprender nuevas maneras de afrontar las irregularidades que lo aquejan. Por lo general, el cambio comienza siendo gradual y puede tomar hasta un año para que sea evidente, sin embargo, pequeños comportamientos como la manipulación y la arrogancia, tardan más en cambiar.
En este caso, la terapia cognitivo-conductual se preocupa por modificar las conductas delictivas a través de técnicas de relajación y ejercicios de la imaginación, el modelado, las fichas y un entrenamiento que fortalezca las habilidades sociales del individuo. A rasgos generales, el tratamiento puede dividirse en tres etapas, la primera etapa va destinada a disminuir los síntomas; la segunda etapa trabaja en la dimensión de la personalidad y la tercera etapa tiene el objetivo de modificar el carácter. Los familiares del paciente también necesitarán de un tratamiento que les ayude a convivir con el afectado, por ejemplo, la terapia familiar, puesto que su participación es útil y esencial para conseguir resultados positivos durante el tratamiento, dado que el grupo familiar está en la capacidad de actuar para estimular cambios en el comportamiento del paciente, así como reducir los pensamientos inapropiados.
El profesional encargado de llevar a cabo el diseño del tratamiento, deberá enfrentar diversas dificultades, entre ellas, establecer las prioridades a tratar, puesto que este desequilibrio se manifiesta junto a otros problemas psicológicos y emocionales, como la depresión o la adicción a las drogas y/o al alcohol. Esto quiere decir, que una vez realizado el diagnóstico, si el paciente resulta ser un adicto, el especialista deberá iniciar con un tratamiento de desintoxicación, ya que las sustancias ilegales consumidas por el afectado van a influir en el progreso del tratamiento. Lo cierto es que el psicólogo debe preocuparse inicialmente por trabajar en los síntomas que pongan en riesgo la vida de la persona que padece del TPA.
La psicoterapia también sirve para mejorar la comunicación del paciente para poder establecer relaciones saludables con otras personas, vale decir que las mismas se irán construyendo paulatinamente con esfuerzo de ambos. Para esto el psicoterapeuta deberá aplicar técnicas, una de ellas es la conocida como role-playing, muy usada en la terapia de pareja, donde el paciente y el psicólogo jugarán a establecer una conversación en determinadas circunstancias, y progresivamente, el individuo aprenderá las conductas apropiadas para tratar con otras personas.
No está demás decir, que dentro de la psicoterapia también se busca reforzar la autoestima del sociópata. Aunque en muchas circunstancias él quiera mostrarse como un ser superior al resto, lo cierto es que en la mayoría de los casos, estas personas se sienten incapaces de hacer muchas cosas, es decir, se consideran individuos carentes de talento, por tanto, será necesario reforzar la identidad personal a través de un trabajo cognitivo que permitirá afianzar la confianza en sí mismo, de este modo, el paciente aprenderá a valorar sus cualidades y sus defectos, y además, se preocupará en mayor medida por su seguridad.
Para controlar la impulsividad, el experto deberá enseñarle como identificar los episodios de tensión e ira, de modo que se pueda evitar la explosión violenta que pueda desencadenar daños lamentables o irreversibles. Una vez identificado el episodio previo a su clímax, el paciente tendrá que poner en práctica la visualización positiva, una técnica que consiste en imaginarse en un lugar tranquilo, lleno de paz y ajeno a cualquier situación problemática, técnica que conducirá directamente a la relajación. Al mismo tiempo, deberá aplicar los ejercicios de respiración donde el paciente inhalará tres veces de forma profunda por la nariz y exhalará lentamente por la boca en un lapso de nueve segundos. El individuo deberá repetir estos ejercicios las veces que sean necesarias hasta lograr la serenidad.
Luego es importante aprender a medir los niveles de estrés, ansiedad y frustración, el hecho de que el paciente comprenda su enfermedad y las consecuencias que ha provocado en su vida es clave para poder desprenderse de estas sensaciones de sufrimiento. Al mismo tiempo, si el paciente observa que existe un avance en otras áreas, por ejemplo, relaciones personales fortalecidas, mejoría en la comunicación con las demás personas y una visión propia positiva, ayudarán a reducir los niveles de frustración y ansiedad.
Psicólogos de México expertos en sociopatía o trastorno de personalidad antisocial