La ludopatía o juego patológico es un trastorno psicológico que se origina cuando la actividad de jugar se convierte en una conducta adictiva y comienza a afectar diversos aspectos de la vida, entre ellos: el personal, familiar, laboral, social y económico. Entonces, podemos decir que la ludopatía consiste en el impulso incontrolado o la necesidad abrumadora de practicar juegos de azar, y al igual que otras compulsiones, pasa por etapas propias de la adicción, como por ejemplo: la negación. Así que es pertinente aclarar que la ludopatía no debe confundirse con un vicio, se trata de una situación crónica que amerita de tratamiento con un especialista.
Se consideran conductas adictivas aquellas que no se pueden controlar, y que el individuo sigue haciendo a pesar de conocer las consecuencias negativas que producen en su vida. Ésta enfermedad es un ejemplo claro de cómo algunas actividades aparentemente normales del ser humano pasan a ser acciones coercitivas o dañinas para su evolución como persona. Asimismo, vale decir que este trastorno se caracteriza principalmente por la imposibilidad de controlar los impulsos y que además se manifiesta cuando el individuo practica constantemente, de manera enfermiza, uno o varios juegos de azar.
De esta manera, actividades que anteriormente eran relevantes en la vida del individuo, de repente, pasan a un segundo plano, es decir, la persona afectada prefiere ir a jugar que pasar tiempo con su familia, trabajar, compartir con los amigos, o inclusive, tener sexo con su pareja, y en este sentido, otros aspectos comenzarán a verse afectados como la alimentación y el sueño. A su vez, cabe señalar que el problema no radica en empezar a jugar, sino en no parar de jugar, convirtiéndose el juego en una adicción. No se trata de una enfermedad que se puede curar, sino de una adicción que con ayuda se puede controlar.
Por otra parte, es interesante tratar de comprender la mente del ludópata. Hacer un intento por sumergirse en sus pensamientos proporcionará algunas claves para saber cómo dirigirse a ellos sin que se sientan aludidos por el problema. En primer lugar, debemos saber que los jugadores creen que tienen un don particular para los juegos de azar, lo que los empuja a declararse ganadores antes de apostar, y que además, genera en ellos mismos una confianza tal, que son capaces de poner en juego mucho dinero o incluso propiedades. En segundo lugar, comienzan a creer que el resultado de los juegos de azar dependerá de sus habilidades, un pensamiento irracional ya que se trata de actividades sujetas a la suerte, de este modo, empezarán a cuidar la forma en la que lanzan los dados o el nivel de fuerza que ejercen al presionar el botón de una máquina de casino.
Pero algunos se comenzarán a preguntar ¿Por qué se empieza a jugar? y la respuesta abarca razones muy sencillas, siendo las más frecuentes: la falta de diversión, las ganas de iniciar nuevas relaciones sociales, ganar dinero de forma fácil, solucionar problemas económicos que tienen tiempo arrastrando, por depresión, escape de la realidad y de problemas o simplemente en busca de satisfacción. Mientras que los más adolescentes empiezan a jugar por otras razones más contundentes, entre ellas: divorcio de los padres, ausencia de las figuras paternas, separaciones, muertes, desatención familiar, antecedentes familiares, una mala administración o necesidad económica en el hogar.
Además de afectar al adicto, esta enfermedad repercute en la vida de sus más allegados, especialmente en la de la familia, quienes están en la tarea de buscar soluciones y sobretodo de responsabilizar al adicto por su conducta, principalmente por las consecuencias que esta actividad ha generado en su vida, un ejemplo de ellas son las deudas, siendo un error común en la familia cancelarlas para despreocupar al enfermo. Por otra parte, jamás se le puede dar a entender al paciente que esta es una situación que escapa de sus manos o que se trata de una enfermedad insalvable, por el contrario, deben convencerlo que la rehabilitación es la única opción eficaz, segura y recomendable.
-Ganancia: en esta etapa inicial, el juego se convierte en un sentimiento motivador para el que juega. Es importante destacar que en este punto, el individuo también percibirá ganancias, lo que será incentivador para él. Al principio apostará cantidades reducidas de dinero pero progresivamente irá aventurándose con más capital. Podría decirse que el acto de apostar incrementa la autoestima del jugador.
-Pérdidas: en esta fase, el jugador incrementa sus apuestas y excusa sus pérdidas con una supuesta etapa de mala suerte. Es aquí cuando comienzan a arriesgarse cada vez más y piden préstamos que al final dudosamente podrán cancelar. En este punto, el individuo dejará de jugar para ganar y comenzará a jugar para pagar lo que le debe a sus más allegados o a los mismos bancos. De igual modo, vale decir que en este período abundan las mentiras a la familia y a las personas más cercanas, así como el abandono de actividades gratificantes que usualmente practicaban, en resumen, las personas harán del juego su prioridad y su única actividad diaria.
-Desesperación: Sucede cuando el apostador no encuentra la manera de cancelar las deudas que adquirió y aun así, comenzará a pedir préstamos ilegales, situación que destruirá su campo laboral y su vida personal, conduciéndolo a ingerir drogas o licor para olvidarse de los problemas. Características propias de esta etapa son: trastornos de sueño, inestabilidad emocional, ansiedad, estados depresivos y problemas de alimentación.
-Desesperanza y abandono: Es el momento en el que el juego alcanza su mayor intensidad, es decir, cuando el jugador lo ha perdido todo, pero aun así sigue apostando. El afectado estará convencido de que es inútil hacer algo para combatir su adicción al juego porque se plantea la posibilidad de no poder dejarlo jamás. Si en esta etapa, los amigos y familiares no ingresan al adicto a un centro de tratamiento, podría llegar la peor consecuencia de este trastorno, el suicidio.
No jugadores: aquellas personas que no juegan.
Jugadores sociales: aquellos individuos que simplemente juegan como distracción y todavía tienen autocontrol. Ellos participan en estas actividades con la finalidad de compartir un tiempo ameno con sus compañeros, colegas o amigos. Vale destacar que el jugador social no interrumpe sus actividades cotidianas por ir a apostar, así que en este caso, el juego no interfiere ni genera consecuencias en ninguno de los aspectos su vida.
Jugadores problema: aquellas personas que acostumbran a jugar frecuentemente pero aun poseen un poco de control sobre los gastos o el dinero disponible para apostar. Aunque es probable que en ocasiones comiencen a disponer de dinero que está destinado para otro fin. Podemos decir que este tipo de jugadores están a punto de iniciar la fase crítica del problema.
Jugadores patológicos: aquellos individuos que ya no tienen control sobre el juego ni sobre el dinero que apuestan. Asumen una conducta de superioridad, creen que ellos manipulan las leyes de la suerte o el azar. Son esas personas que aun conociendo las consecuencias del juego patológico, siguen participando en ellos.
Jugadores profesionales: son aquellas personas que viven del juego. Su único fin es ganar dinero. Evalúan las condiciones del juego antes de participar en él, eso sí, solo se atreven a apostar cuando determinan que es muy factible la posibilidad de ganar. Se subdividen en:
Ámbito Personal
El afectado iniciará un proceso de aislamiento notorio, de este modo, comenzará a evadir las reuniones familiares, de amigos o conocidos. El individuo considerará que estas actividades le quitarán el tiempo que podrían emplear en ir a jugar. Lo cierto es que más que una distracción, ellos están pensando en cómo recuperar el dinero que han perdido, y en esa búsqueda, se obsesionan e invierten todo el tiempo disponible para dedicarse a esto.
Ámbito Familiar
Si el afectado tiene un hogar constituido con esposo (a) e hijos, se irá desplomando progresivamente debido a que comenzará a llegar tarde a casa, de muy mal humor, sin intenciones de conversar con sus hijos o cónyuge, sin querer compartir las experiencias de su día. Es posible que las personas ya no quieran estar a su alrededor por su conducta hostil y decidan abandonarle, así que es común que este trastorno de lugar a muchos divorcios.
Ámbito Social
Completamente desolado (a), sin amigos, ni familia o personas que le visiten constantemente, seguirán jugando en un estado absoluto de depresión, como en una contradicción: la de no querer que lo estorben para jugar y a la vez, la de querer estar rodeado de familiares o amigos que le importan. En ocasiones, los ludópatas se cambian de zona residencial para no tropezarse con las personas que le conocen.
Ámbito Laboral
Los ludópatas podrán perder su empleo porque no pueden rendir lo suficiente a causa del trasnochar y del cansancio que vienen como consecuencia por asistir a los lugares de juego de azar (casinos, casa de apuestas), por otra parte, algunos deterioran sus propios empleos cuando comienzan a hurtar pequeñas cantidades de dinero de las mismas empresas en las que trabajan para apostar, pensando que podrán recuperarlo.
Ámbito Económico
Tanto hombres como mujeres comenzarán a empeñar las propiedades y pertenencias valiosas que tienen, entre ellas: joyas, ropa de marca, accesorios con piedras preciosas, propiedades, inmuebles y todo aquello que represente una ganancia inmediata. Otras personas dejan sus tarjetas de crédito con saldo negativo y encuentran la posibilidad de conseguir otra tarjeta para continuar con las apuestas.
Es posible que el joven decida practicar los juegos de azar por simple aburrimiento, o por la falta de interés en entablar nuevas relaciones sociales. Generalmente esto sucede en los adolescentes que no tienen aspiraciones ni intereses profesionales, académicos o deportivos, así como también suele producirse en aquellas personas que son aisladas socialmente.
Otros juegan para ganar dinero, evidentemente esta no es la mejor alternativa para generar ingresos, pero los adolescentes lo ven como una vía fácil y además entretenida, algunos ingresan al juego con la intención de dedicarse a eso de por vida, pero lo cierto es que cuando el jugador es patológico, al final siempre son mayores las pérdidas que las ganancias que pudo obtener.
También hay un grupo de adolescentes que juegan para olvidarse de los problemas, especialmente aquellos que viven en un entorno familiar hostil, o que tienen una grave situación económica. Por otra parte, hay adolescentes que se inician en esta adicción para darle un poco de emoción a su monótona vida, el riesgo es que cuando los jóvenes experimentan altos grados de excitación, tienen un control casi nulo del dinero.
La característica principal del juego patológico es la falta de control propio. Sin embargo, para hablar propiamente de ludopatía, se deben detectar al menos tres síntomas de la siguiente lista:
Dependencia: El adolescente no encontrará una actividad que le proporcione mayor excitación que ésta. A su vez, se volverá adicto a esta sensación.
Aumento: Esta es una adicción que va creciendo en el jugador joven. Él sentirá la necesidad de invertir cada vez más tiempo y dinero.
Pérdida de control: Algunas personas antes de salir a jugar establecen las cantidades que van a apostar, en este sentido, una de las acciones propias de un jugador patológico es invertir en la jugada más dinero del que tenía planeado.
Monotemáticos: Mientras más pierde, más ganas tiene de jugar y de seguirlo intentando. Esto le hará pensar todo el día en cómo ganar o en cómo conseguir el dinero para asistir al juego nuevamente.
Evasión: los jóvenes evitarán a las personas que tratan de conversar sobre el tema o hacen un intento por aconsejarles.
Fracaso: varios intentos fallidos al tratar de dejar el vicio.
Es preciso recordar que el ser humano durante la adolescencia, aun es una persona dependiente y sobretodo muy vulnerable, así que el juego patológico manipulará y dañará muchos aspectos de su vida. Dentro del ámbito personal, el joven comenzará a tener serios problemas de autoestima, mentirá muchas veces a sus familiares, maestros, amigos o allegados, descuidará las pocas responsabilidades que le corresponden, principalmente la de estudiar, evitará salir a dar paseos con sus amigos y se reprimirá de compartir tiempo con las personas en general. Esto causará un deterioro importante en su estado anímico. Los jóvenes ludópatas se caracterizan por ser individuos tristes, ansiosos e irritables, esto podrá dar lugar a consecuencias como el consumo de alcohol o drogas.
Por otra parte, algunos adolescentes trabajan y otros no, así que en el aspecto económico las consecuencias varían, lo cierto es que en cualquiera de los casos van a contraer deudas tan altas que posiblemente no tendrán la posibilidad de pagar, esto los llevará a cometer robos que empezarán siendo pequeños, por ejemplo: tomar dinero de sus padres sin que ellos los vean, o quitarle dinero a sus propios amigos. En ocasiones, estos pequeños escenarios se desarrollarán hasta tal punto, que el adolescente podrá convertirse en un delincuente (personas que roban a cualquier individuo con armas blancas o de fuego). Otras actitudes ludópatas frecuentes son: falsificación de cheques o emisión de cheques sin fondo.
En el aspecto escolar, las consecuencias son evidentes, el alumno estará distraído pensando en el juego o en cómo cancelar algunas deudas, se atrasará en las actividades, faltará numerosas veces al colegio y posiblemente repetirá el año. La peor consecuencia académica será que expulsen al alumno de su casa de estudio.
Finalmente su entorno social y familiar se verán sumamente afectados, en especial porque el adolescente adicto le dejará de prestar atención a sus padres, hermanos, tíos, primos y amigos. Cuando estas personas allegadas se dan cuenta que el adolescente está atravesando por un problema de adicción, comenzarán las decisiones determinantes. Por una parte, algunos amigos decidirán alejarse y otros intentarán ayudar hasta que se cansen, mientras que la familia podrá buscar apoyo inmediatamente con un profesional o incluso internarlo en un centro especializado.
Comportamientos o trastornos adicionales: Algunas de las personas que se convierten en apostadores compulsivos, tienden a sufrir otros problemas derivados del juego como: drogadicción, alcoholismo, trastornos de personalidad o trastornos de déficit de atención con hiperactividad.
Edad: Al igual que otras enfermedades, en el caso del juego patológico la edad del afectado representa un factor desencadenante de síntomas o manifestaciones particulares. En este orden de ideas, es preciso mencionar que diversos estudios han comprobado que la ludopatía tiende a producirse más en personas jóvenes que en aquellas de edad avanzada.
Sexo: Este trastorno afecta más al género masculino que al femenino. Sin embargo, cabe señalar que por lo general aparece en mujeres de edad avanzada porque los niveles de depresión afectan más en esta etapa y los problemas personales conducen a la mujer a escapar a través de una vía, en estos casos, en el juego. Aunque durante las últimas décadas, los estudios indican que el índice entre hombres y mujeres se han ido igualando.
Familia: si en el entorno familiar hay personas allegadas que han tenido problemas de adicción al juego, es posible que el individuo tenga más posibilidades de padecer de este mismo problema. Así que es importante que el especialista evalúe los antecedentes familiares relacionados a la ludopatía.
Personalidad: si el ludópata es una persona excesivamente competitiva o adicta a ciertas actividades, será más propenso a adquirir la obsesión por el juego, en especial si es una persona inquieta que se aburre fácilmente.
Drogadicción
Este problema puede surgir como consecuencia de la ludopatía. La drogadicción no es más que la dependencia de ingerir sustancias ilícitas. Por lo general, esto suele afectar a los adolescentes y adultos jóvenes, sin embargo, puede generarse también en la edad adulta aunque en menor medida. Lo cierto es que tanto la drogadicción como la ludopatía son adicciones que van acompañadas en la mayoría de los pacientes diagnosticados.
Alcoholismo
Las personas adictas al juego, tienden a perder tanto dinero que buscan la manera de distraer sus preocupaciones, de engañar a sus propias angustias, y este escenario conduce directamente al alcoholismo, enfermedad conocida por la dependencia o la necesidad incontrolable de ingerir bebidas alcohólicas. De igual modo, es necesario señalar que no todos los ludópatas tienden a tomar bebidas alcohólicas cuando juegan. Este problema puede generarse con las mismas probabilidades tanto en la adolescencia como en la edad adulta.
Trastornos de la personalidad
El juego patológico genera graves afecciones en la personalidad del individuo, por lo que esta enfermedad es una posible causa. Uno de los síntomas de los trastornos de la personalidad es la imposibilidad de controlar algunos impulsos, así se observa en el trastorno límite de la personalidad (TLP). Pero lo cierto es que estos desequilibrios psicológicos, generalmente, van acompañados de adicciones, entre ellas, la ludopatía.
Trastornos de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH)
Se trata de uno de los problemas más relacionados con la ludopatía porque los síntomas tienen mucho parecido. Para algunos médicos representa un reto diagnosticar el Trastorno de Déficit de Atención porque tienden a confundirlo con otros trastornos, entre ellos, el juego patológico. Por otra parte, diversos estudios han detectado que un número considerable de personas que sufren de TDAH también son ludópatas y esta situación se debe a que las personas que padecen de TDAH buscan desmesuradamente experiencias nuevas, que les genere sensaciones desconocidas, estímulos fuertes con una gran carga de adrenalina y respuestas inmediatas. En otras palabras, los juegos de azar representan para la persona que tiene TDAH una especie de analgésico o estimulante que generarán un nuevo problema en el individuo.
Uno de los objetivos principales del tratamiento es promover el autocontrol, dejarle claro al individuo que el juego es una enfermedad y no un vicio, y que además podrá recuperarse con esfuerzo y constancia. En este sentido, la persona deberá reconstruir la confianza en él mismo y en su capacidad de ejercer su propio control.
Operantes: consiste en informarle al individuo sobre las consecuencias de sus acciones para iniciar un control de las conductas. Su ejecución radica en la concientización. Es una técnica de la modificación de la conducta.
Exposición en vivo con prevención de respuestas: esta terapia consiste en colocar al sujeto frente a la situación que le produce ansiedad o adicción con la finalidad de impedir que ejecute la conducta adictiva y así ir fortaleciendo el autocontrol.
Terapia cognitiva: consiste en modificar los pensamientos y creencias que impulsan al individuo a actuar en base a su adicción. De esta manera comenzarán a surgir cambios. El objetivo final de esta terapia es eliminar los hábitos de juego.
Activar habilidades sociales: se tratan de programas que desarrollarán en el individuo habilidades que sustituirán a las actitudes que le están perjudicando, entre ellas, reactivar el tejido social que le rodea.
Solución de problemas: aquí el individuo entrenará la capacidad de razonamiento y lógica para conseguir salida a situaciones que le mantienen preocupado. Esto incluirá: la toma de decisiones y mejoras en la autoestima.
Otras técnicas
Grupos de apoyo: un conjunto de personas que sufren de la misma enfermedad se reúnen para superar en conjunto este problema, bajo la supervisión de un terapeuta encargado de canalizar el programa de recuperación. Esto también se realiza para otros tipos de adicciones, como la drogadicción o el alcoholismo.
Es importante tener presente que todos los tratamientos psicológicos traen consigo una mínima posibilidad de recaídas. Así que el individuo deberá identificar situaciones que constituyan un alto riesgo y tratar de evitarlas en la medida de lo posible. Los acompañantes del proceso deben saber que las recaídas más que constituirse como un fracaso, forman parte del proceso de recuperación.
1° Fase: es el punto de partida, por lo general la persona no está al tanto de la gravedad del problema y se muestra indiferente ante la posibilidad de buscar una solución, así que tampoco existe una motivación lo suficientemente fuerte para dejar de jugar. El individuo no maneja información relacionada con la enfermedad y tampoco tiene la más mínima intención de buscarla. En teoría, es la fase más difícil porque si el individuo cree que el juego no está afectando su vida ¿Cómo colaborará con el tratamiento? Es posible que al principio acceda por la presión de sus allegados, pero una vez apaciguado, volverán a jugar.
2° Fase: en esta etapa, el individuo es consciente de que está atravesando por un problema, aunque no conozca su gravedad, pero es un avance que da lugar a un pequeño compromiso con el tratamiento. Así que el ludópata comenzará a evaluar las consecuencias que este problema ha causado en su vida, y a su vez, sentirá menos placer a la hora de apostar y jugar, es precisamente esta situación la que llevará al jugador a comprender su trastorno.
3° Fase: esta fase se subdivide en etapas, la primera es cuando el jugador comienza a tener un poco más de consciencia sobre su trastorno y firmemente toma la decisión de abandonar de manera progresiva su actividad en el juego de azar. La segunda sucede cuando el individuo pone en práctica una nueva conducta y da lugar a nuevos pensamientos que le ayudarán a controlar la necesidad de jugar. Posteriormente sentirá miedo por una posible recaída, comenzarán las dudas, pero intentará conservar su posición en pro al cambio. Finalmente el afectado abandonará el juego pero deberá permanecer bajo observación Durante toda su vida para evitar recaídas, es decir, si el individuo siente repentinamente la necesidad de jugar, deberá acudir al profesional.
Libérate de responsabilidades: es importante tener presente que no eres el culpable de la adicción, mucho menos de las consecuencias que ésta ha traído en la vida de todos. Debes hacer responsable al jugador de sus acciones y no caer en culpabilidades que no te corresponden.
Piensa en lo que te corresponde: debemos repetirnos constantemente que solo podremos colaborar para la recuperación, más no debemos pensar que tenemos la posibilidad de curarlo, porque no es así, para ello están los especialistas en el tema, personas que cuentan con las herramientas claves para rehabilitar al adicto.
Tu salud también es importante: si bien es cierto que estamos en la posición de ayudar a la persona adicta, también tenemos que preocuparnos por tu salud. Somos los únicos responsables de nuestras acciones y de lo que nos suceda.
No seas partícipe de la adicción: normalmente, el individuo no comienza a buscar ayuda hasta que las consecuencias de su adicción son irreversibles y notorias, y si se trata de una persona muy cercana a nosotros, es completamente natural sentir pena o tristeza por esa situación, sin embargo, no debemos pagar las deudas del jugador, ni excusarlo frente a otras personas, al contrario, hazle entender que ha cruzado los límites de un juego sano y que es momento de comenzar a cambiar.
Dale a entender que cuenta contigo: aunque no cancelemos las deudas del afectado ni encubramos sus mentiras, debemos comunicarles que el apoyo que recibirá de nosotros será positivo, el ludópata debe tener presente que contará con nuestra presencia durante las terapias y que a su vez, colaboraremos con los ejercicios de rehabilitación.
-No le obligues a nada: debe ser el mismo adicto quien comience a tomar las decisiones por su propia cuenta. Así que no debemos intentar negarles nada, al contrario, hay que darles la libertad de actuar como ellos deseen.
Debes armarte de paciencia: tenemos que estar al tanto que la recuperación no es un proceso instantáneo, por el contrario, necesita de tiempo y de mucha colaboración.
No te sientas presionado: es totalmente normal que sintamos un alto grado de desconfianza en esa persona allegada que sufre de adicción a los juegos de azar, pero el tratamiento y el tiempo ayudarán a que progresivamente recuperemos la confianza en ellos.
Debes estar preparado: el proceso de recuperación es impredecible, en especial con las recaídas y altibajos, en vista de esto, nosotros tenemos que estar conscientes de que estas posibilidades existen y que eso no significa que el tratamiento no esté funcionando, quizá hace falta implementar o cambiar alguna técnica en la terapia para resolver esa situación. En este caso, también es pertinente saber a quién llamar cuando el paciente recae, no esperemos que suceda para armar un plan, debemos estar preparados para ese momento.
No eres guardián del paciente: el cariño que sentimos por esa persona allegada que está atravesando por este problema de adicción, muchas veces, nos desarrolla un sentido de protección muy grande, pero eso hay que evitarlo. Nosotros no estamos en la posición de proteger al adicto de problemas externos ni de asegurarnos que asista a todas las sesiones o cumpla su tratamiento a cabalidad.
Desarrolla la afectividad: durante la recuperación, el paciente tiene que sentir todo el amor y el apoyo posible, en este caso, es muy positivo que celebremos el esfuerzo que hace por cumplir correctamente con la terapia de rehabilitación.
Prohibido esperar: las personas en recuperación no siempre van a necesitar de nuestra presencia, o mejor dicho, no nos lo van a demostrar con frecuencia, posiblemente nos sintamos excluidos pero este comportamiento es absolutamente normal. Asimismo, tampoco esperemos que estén emocionados o entusiasmados porque están recuperándose, recordemos que se trata de un tratamiento progresivo.
Psicólogos de México expertos en Adicción al juego