Duelos y Pérdidas: El precio de amar

¿Qué es el duelo?

Existen acontecimientos inevitables en la vida del ser humano, uno de ellos es la muerte, y saber afrontar esta situación no es tarea fácil para el afectado, se requiere de mucha madurez emocional y cognitiva, sin embargo, no todas las personas reaccionan de la misma manera, así que no se trata de una conducta que pueda predecirse, requiere de tiempo y observación conocer la naturaleza del duelo y saber si a futuro requerirá de alguna terapia psicológica para superarlo.duelos y pérdidas de seres queridos

Es importante dejar claro que el duelo es un proceso y no un estado. Psicológicamente la pérdida de un ser querido es tan traumática como un accidente que deja secuelas fisiológicas, el duelo al igual que una herida necesita de un proceso de cicatrización y curación. Las pérdidas más dolorosas y las que requieren de mayor tiempo de sanación son las de un ser humano cercano, en especial padres e hijos.

Cabe destacar que cada individuo manifestará sus emociones de forma diferente, esto depende del grado de identificación que tenga la persona con el objeto o material perdido. La terapia para el duelo aportará las herramientas psicológicas para llevar a cabo un proceso exitoso. Dicho esto, las sensaciones que experimentará el individuo son: rabia contra sí mismo, tristeza desconsoladora, culpabilidad, irritabilidad, anhelo, shock, anestesia emocional, así como problemas gástricos y articulatorios, debilidad, pérdida de energía, ahogo, sofocos, trastornos de sueño, confusión, pérdida de memoria, dificultad de concentración, preocupación, arritmias, taquicardias, fenómenos de presencia y llanto.

En este sentido, el duelo es un proceso que posee cuatro objetivos primordiales: el primero y más difícil es hacer consciente al sujeto de la realidad, el segundo es identificar los sentimientos para poder canalizarlos correctamente, el tercero es reorganizar la vida y adaptarse a una nueva cotidianidad, y la cuarta es influir en la energía emotiva de las relaciones próximas.

Según la edad

Uno de los factores que determinará la gravedad de la pérdida es la edad, la madurez que tiene el ser humano para el momento del duelo asegurará la pronta recuperación y superación, sin embargo, en cualquiera de sus fases, un proceso de duelo exitoso dejará un aprendizaje y enseñanza, así como herramientas con las que contará el individuo para futuras experiencias.

En la Niñez

Dependiendo de la madurez cognitiva, los niños estarán en la capacidad de comprender la muerte, sin embargo se debería evaluar con sumo cuidado su psique. El infante generalmente frente a esta situación tiende a actuar como si no pasara nada, pero esto sucede porque los niños viven en el presente y son seres distraídos o dispersos, para ellos es más sencillo desconectarse de la realidad desconcertante de haber perdido a una persona amada. En este orden de ideas, está comprobado que los niños también viven y sufren la pérdida de un ser amado.

Con relación a las edades, las situaciones serían las siguientes:

A los cuatro años, los niños comenzarán a armar su propio concepto sobre la muerte y las ausencias; entenderán que se trata de algo irremediable e inevitable, que no depende en su mayoría de la decisión del individuo, sino que una fuerza externa es la que ejecuta el hecho. Entre otras cosas, los niños de esta edad comienzan a vincular la muerte con la vejez y la almacenan como una realidad asociada.

A los siete años y durante la etapa escolar, -además de entender la muerte-, comprenderán la ausencia. Sin embargo, es a partir de los nueve años cuando los niños adquieren una noción más madura de lo que significa e  implica la muerte. Cuando un niño experimenta la etapa de duelo es común que:

  • Se conviertan en seres más dependientes.
  • Presenten miedos.
  • Tengan problemas para dormir.
  • Su conducta empeore en el colegio.
  • Se conviertan por un tiempo en seres indisciplinados.
  • No tengan paciencia.
  • Les cueste aprender y retener.
  • Les falte el apetito.
  • Estén en una actitud agresiva
  • Se aíslen
  • Presenten pequeños cuadros depresivos

 

Las pérdidas cotidianas como la muerte de mascotas, parientes lejanos y objetos queridos también irán mostrándoles a los niños que la muerte es un escenario natural e inevitable. En los niños, la comprensión de la muerte dependerá de: la información que manejen a través de otras personas, su nivel de madurez emocional  y la experiencia.

Un error común en los adultos es decirles a los niños que cuando una persona muere, se va de viaje o está dormido, esto puede generar consecuencias negativas. Los adultos tienden a subestimar la capacidad de comprensión de los niños y por ello les ocultan información o la tergiversan para hacerla “más comprensiva”, olvidando el hecho de que el niño irá creciendo y tendrá que enfrentarse a una realidad inevitable. Además, el infante siempre exige explicaciones, y si estas no son precisas, puede malinterpretar y armarse un concepto errado sobre la muerte, por ejemplo: algunos niños creen que irse a dormir es peligroso.

Es comprensible que para los adultos sea difícil tratar de hablar con un niño sobre la muerte y sus consecuencias, pero deben informarse y hacer un esfuerzo para comunicarles claramente de qué se trata. En este proceso comunicativo deben:

  • Hacer una selección de términos que faciliten la comprensión del niño. Al igual que el contenido, el lenguaje no verbal es de importancia (el tono de voz y la compostura).
  • Dejar que el niño les haga todas las preguntas posibles para que no le quede ningún tipo de duda.

Nota: es importante mencionar que no existe una forma correcta o apropiada para explicarle a un niño situaciones como estas. En caso de no saber cómo abordar al infante, es recomendable recurrir a un profesional que proporcione técnicas y sugerencias que faciliten la comunicación entre niño y adulto. 

 

En la Adolescencia

La adolescencia, es quizás, el período más complicado. El ser humano está experimentando una rigurosa transición psicológica y biológica de la niñez a la adultez, en este proceso se presentan cambios trascendentales con relación a la visión de la vida (sociedad, amistad y familia), además, esta etapa naturalmente trae consigo la pérdida de la infancia (juguetes, forma de vida y apariencia).

Los adolescentes son individuos muy emotivos, por las razones expuestas anteriormente, de modo que la pérdida tienden a vivirla de una forma más impetuosa, debiendo recibir apoyo, comprensión y afecto para superar el proceso de duelo.

Es importante tener presente que la actitud y la postura que asuman los adultos influye directamente en las reacciones del adolescente. Por lo general, este tiende a aislarse de su entorno y a evitar manifestar sus sentimientos. Es un error que el adulto piense que el adolescente no está sufriendo por la rigidez de su conducta.

También es común que los amigos del adolescente no sepan qué hacer o cómo actuar frente al dolor de su amigo, sin embargo, es normal que el joven frente a esta situación crea que hay falta de interés por parte de su entorno, lo que lo conduce a un aislamiento más pronunciado.

Algunas de las conductas adoptadas por los adolescentes son:

 

Elementos que influyen en el duelo

Vínculo: El lazo de afectividad condiciona la gravedad de la situación, es decir, para un ser humano las pérdidas más dolorosas son las de los hijos y las parejas, por esa razón, son las personas de edad avanzada una de las más afectadas al momento de la pérdida y las que más dificultades tienen para reorganizar su vida.

El vínculo familiar es el más doloroso de asimilar, sin embargo, desde la perspectiva de los hijos es más suave tener que asumir la pérdida del padre o la madre, porque forma parte de la naturaleza del humano (lo que no implica que no sea doloroso), pero acarrea menos ajustes cotidianos, asimismo, cuando un individuo experimenta la pérdida de su compañera de vida o viceversa, son múltiples los casos en los que el/la viudo/a fallezca prontamente.

Circunstancias: La manera en la que el individuo abandonó el plano terrenal influye directamente con el proceso de asimilación, en este caso, cuando la muerte es imprevista (por accidente, infarto, asesinato) es más difícil de entender y conlleva a un duelo de mayor gravedad. Este tipo de muerte es la que más perturbaciones emocionales genera y supone un duelo más prolongado.

Cuando el escenario es al revés y se trata de una muerte esperada por enfermedad o por vejez, es más sencillo el proceso de sanación.

Salud: es importante tomar en consideración los antecedentes psicológicos del individuo que va a vivir el proceso de duelo debido a que estos influyen directamente, en forma  positiva o negativa.

Es común que las personas frente al tiempo de adaptación y reajuste después del fallecimiento presenten problemas en la salud y alteración en los valores y las defensas porque están en un escenario que los coloca más vulnerables.

Entorno: el tejido social que acompaña al individuo que va a vivir el proceso de duelo será un factor que determinará la recuperación. Si la persona cuenta con apoyo familiar, de amigos, vecinos y grupos de autoayuda, el proceso será más exitoso. Sentir la compañía de los seres queridos condiciona la salud física y psicológica. Está comprobado que los individuos que cuentan con este apoyo están en la capacidad de afrontar estas situaciones sin enfermedades y sin cuadros críticos de estrés o depresión.

 

Tipos de Duelos

Duelo Anticipado

Consiste en el desapego emotivo antes de que la persona amada muera. Una vez anunciado el poco tiempo de vida, los individuos cercanos (padres, familiares) entran en este proceso de duelo. Se trata de una pérdida inevitable, frecuentemente ocurre con personas de enfermedades terminales o embarazos que no podrán llevarse a cabo sanamente. Las personas que entran en este proceso presentan síntomas de negación, insomnio y ansiedad.

No es conveniente ingerir antidepresivos por su ineficacia ante el dolor de la pérdida, sin embargo, serán recomendados en caso de que se diagnostique una etapa patológica en el doliente.

Duelo por Pérdida Ambigua

Este duelo deriva y se manifiesta de dos maneras, la primera es cuando el individuo asume la ausencia física de la persona amada pero mantiene presente su aspecto psicológico, se trata de aquellas personas de las que no se sabe su estado, un ejemplo claro son los militares que entran en combate o una persona secuestrada.

El otro tipo de duelo por pérdida ambigua se da en las personas cuya psique o conciencia ya no se encuentra en el mismo contexto, es decir, personas con pérdida de la memoria o con enfermedades como el alzheimer. Se trata de un proceso difícil para la persona consciente porque es un proceso indefinido y lleno de incertidumbre.

Duelo Normal

El duelo normal constituye el proceso en el cual el doliente sufre la pérdida dentro de los estándares naturales, es decir, sin que se desencadene un desequilibrio psicológico, se presenten enfermedades patológicas o se extienda el tiempo de duelo. De hecho, el duelo resulta ser en ocasiones un impulso positivo para la persona que lo sufre y un factor motivacional para alcanzar sus metas, esto ocurre cuando el afectado siente la necesidad de ser motivo de orgullo para el difunto y de poner en práctica sus ejemplos y enseñanzas.

Duelos Patológicos

Duelo inexpresivo: el individuo trata de ejercer un autocontrol excesivo que impide exteriorizar su dolor o sufrimiento, es una negación al dolor, lo que se considera dañino porque el ser humano debe manifestar las emociones para expulsar las cargas energéticas de su organismo, en especial, si se trata de una sensación tan dolorosa como la muerte de un ser querido. Por lo general este duelo patológico genera fuertes dolores de cabeza y trastornos gastrointestinales.

Duelo crónico: el proceso de duelo se extiende e intensifica a lo largo del tiempo, el sujeto sufre de una forma desconsoladora, el dolor dura más tiempo de lo usual, genera en el individuo una ceguera de alternativas y opciones de reorganizar su cotidianidad a partir de la pérdida. En algunos casos, el sujeto ni siquiera mueve las cosas de la persona fallecida, deja intacto su espacio, como si se encontrara ahí.

Duelo postergado: esto sucede cuando el sujeto cae en consciencia de la situación después de un tiempo de la pérdida, por lo general el impacto ocurre cuando se vuelve a experimentar otra pérdida (así sea de menor grado), pero es la acumulación de un sufrimiento que en su momento no fue manifestado.

Duelo idealizado: el sujeto comparará constantemente a la persona difunta con el entorno, enalteciendo sus cualidades positivas y desvalorizando a las personas presentes, esto trae como consecuencia el quiebre de relaciones afectivas con las personas cercanas, e incluso que el sujeto que esté experimentando este tipo de duelo se inhiba de conocer a otras personas.

Duelo conductual: el individuo comenzará a adoptar comportamientos y actitudes del difunto como una manera de inmortalizarlo.

 

Etapas del Duelo Individual

Primera fase: o también conocida como la etapa del shock, la persona experimenta inestabilidad emocional, incomprensión y tiende a realizarse preguntas inmediatas, se trata de un estado transitorio en el que nada tiene sentido ni razonamiento, el sujeto pierde energía física y mental y no se concentra en la realidad.

El comportamiento en esta fase parece ser de profunda serenidad, lo cierto es que la misma confusión y estado de somnolencia emocional del individuo, son los que generan este estado de calma, dando lugar a momentos breves en los que pisa realidad y se desmorona emocionalmente. Los sentimientos que vive el sujeto son: negación: el individuo asume aun la presencia del fallecido, pánico: puede desencadenar en suicidio, inseguridad, desesperación y llanto. 

Segunda fase: en esta etapa el sujeto se autocastiga injustificadamente por el fallecimiento del individuo, es decir, genera sentimientos de culpa sin sentido por algún conflicto que no pudo ser resuelto antes de la muerte, es común que el sujeto que esté experimentando la pérdida se haga preguntas como ¿Por qué él? Y trate de encontrarle sentido a la muerte, como si esta lo tuviese. Asimismo, desarrollará sentimientos de enojo en contra de los médicos y todos los que intervinieron al momento del fallecimiento. Otras de las sensaciones que se experimentan en esta etapa son: la cólera, la desolación, la depresión e incluso enfermedades originadas por el estrés.

Tercera y Cuarta fase:  Estas son las últimas etapas a experimentar y las más difíciles, se trata de volver a la cotidianidad con la ausencia del ser querido, el impacto de tener que enfrentarse a nuevas situaciones o ejercer labores nuevas que antes eran responsabilidad de la persona fallecida. El duelo se convierte en un proceso individual y privado, así como también será difícil abrirse a nuevas relaciones interpersonales.

Finalmente llega el momento de la recuperación y la aceptación de la realidad, el sujeto experimentará sensaciones esperanzadoras. Aunque el duelo muchas veces sea un proceso que deba resolverse de forma individual, siempre será necesario el apoyo de los seres queridos, y en ocasiones, del tratamiento con un profesional. Es importante mencionar que no todas las personas cumplen las cuatro fases, es decir, a veces el duelo es un proceso que nunca se termina.

 

Etapas del Duelo Familiar

Primera fase: en esta etapa se genera el reconocimiento compartido de la pérdida como una realidad envolvente. Es el paso más difícil en conjunto, conlleva a que la familia se enfrente con la ausencia de alguien que se fue para no volver. Enfrentar esta realidad lleva tiempo y en él se experimentarán deterioros emocionales. Es necesario que la familia esté consciente de la ausencia de la persona y la afirmen como una realidad, hasta que no lo digieran todos los miembros de la familia, no se logrará dominar esta etapa del duelo.

Segunda fase: este  lapso de tiempo comprende el reconocimiento familiar y el compartir de las emociones y el dolor. Es natural que a causa del dolor uno de los integrantes del grupo familiar tenga conductas inadecuadas o irregulares, algunos incluso comienzan a ingerir drogas y alcohol para desprenderse de la realidad. Por ende, es necesario conocer y saber manejar ese dolor.

Los integrantes del grupo familiar deben compartir y expresar  lo que están sintiendo, se trata de un ejercicio muy difícil porque no todas las personas sienten de la misma manera ni con la misma intensidad. Algunos de los miembros estarán en fases diferentes y el resto de los integrantes debe entenderlos. El verdadero reto de esta etapa es que la familia comprenda internamente la manifestación de sentimientos negativos, que aparecerán y se irán desarrollando de forma distinta. Sin embargo, el respeto a las emociones ajenas favorece la evolución del proceso de duelo familiar. Durante el proceso de evolución existen variables, y se identifica:

 

  • Duelo familiar adaptativo: se trata de un grupo familiar que soporta emociones tanto positivas como negativas producto de la pérdida. Es importante que los integrantes sean solidarios y recíprocos entre ellos.
  • Duelo familiar desadaptativo: conforma un grupo familiar con límites rígidos. Los integrantes evitarán a toda costa hablar sobre la muerte de la persona amada, situación que conducirá al aislamiento social.
  • Duelo familiar de respuesta rígida: el grupo familiar actuará como si nada ha sucedido y mantendrán las posiciones y responsabilidades en el hogar, esto quiere decir, que nadie podrá asumir el puesto o las actividades del fallecido, lo que constituye un hecho evidentemente negativo.
  • Duelo familiar de respuesta distorsionada: la familia sentirá culpas injustificadas.

 

Tercera y Cuarta fase: se trata de la etapa de la adaptación y reorganización de la vida familiar con la ausencia del fallecido. Dependerá de la relación que se haya tenido con la persona amada y las actividades que desempeñaba. Es importante mencionar que estas dos últimas etapas comprenden el lapso de tiempo de los cambios en todos los ámbitos. Esta etapa finaliza cuando los integrantes del grupo familiar logran reorganizarse dándole paso a una nueva etapa.

 

Reacciones cuando muere…

Un Niño: las muertes prematuras son las más dramáticas y difíciles de asimilar, en especial si se trata de la pérdida de un hijo, en este caso, la relación de pareja se torna afectada, de hecho la pérdida de un hijo puede ser una causa de divorcio. La pareja experimentará un vacío irreparable y necesitará ayuda profesional para llevar a cabo este proceso de duelo. Si el niño murió a causa de una enfermedad, preferiblemente los padres tendrían que haberlo atendido correctamente en tiempo y calidad, debido a que esto ayudaría en un proceso de duelo más sano.

La reacción natural es que los padres sobreprotejan a los hijos que quedan vivos, e indudablemente, esto generará complicaciones a futuro cuando los niños se conviertan en unos adolescentes y cada vez sean más independientes.

Un Joven: ninguna muerte es un proceso sencillo, todas llevan consigo sentimientos de dolor y culpa, en el caso de un joven, la familia tiende a experimentar una sensación de impotencia y señalan el hecho como algo “injusto”. Este tipo de pérdidas genera en la familia síntomas de depresión y desmotivación por alcanzar metas próximas. Cuando muere una figura joven, mueren sueños frescos, esto conlleva a la familia a un estado de inercia y dolor.

Un Cónyuge joven: esta es una pérdida que se caracteriza por ser traumática para el individuo que queda con vida, debido a que genera desequilibrios al momento de intentar rehacer su vida con otra persona, es una experiencia dolorosa porque es la pérdida de un ser amado, y a su vez, de proyectos y sueños en conjunto. Esta es conocida como la viudez prematura y el éxito del proceso de duelo dependerá en gran medida del apoyo por parte de sus amigos y familiares.

Una persona mayor: dependiendo del contexto, si se trata de una pareja con muchos años de convivencia, la pérdida más que cualquier otra cosa generará en la persona que queda viva un sentimiento de nostalgia y soledad. Si se observa desde el punto de vista del nieto o el hijo del ser adulto que ha partido, es más fácil llevar el proceso de duelo y no representará traumas para ninguno.

 

Características, consejos y síntomas del duelo

El duelo presenta un conjunto de características que lo distinguen en distintos niveles, en el plano físico:

  • Debilitamiento
  • Llanto
  • Pérdida de cabello
  • Pérdida del apetito sexual
  • Dolores de cabeza
  • Dolores de estómago
  • Taquicardias
  • Disnea
  • Sensación de soledad
  • Sensación de vacío
  • Resequedad bucal
  • Debilitamiento de las defensas
  • Enfermedades

 

En el plano cognitivo:

  • Autocastigo
  • Pérdida de autoestima
  • Falta de concentración
  • Tendencia al suicidio
  • Pérdida de la concentración
  • Desmotivación
  • Atención dispersa
  • Pérdida del control
  • Problemas para recordar
  • Alucinaciones
  • Confusión
  • Trastornos de sueño
  • Pesadillas
  • Miedos
  • Falta de creatividad

 

En el plano emocional:

  • Depresiones
  • Sensación de soledad
  • Carente de afecto
  • Resignación
  • Nervios
  • Tristeza
  • Sensación de inseguridad
  • Rechazo
  • Temor
  • Tensión
  • Shock

 

En el plano espiritual:

  • Dudas existenciales
  • Dudas religiosas
  • Cuestionamiento de la fe
  • Reproches a Dios
  • En algunos casos, la persona busca refugio en la fe
  • Proceso de madurez espiritual
  • Proceso de crecimiento personal
  • Fortalecimiento de la moral

 

En el plano conductual:

  • Trastornos de conducta
  • Drogas
  • Alcohol
  • Comportamiento regresivo
  • Aislamiento
  • Problemas en el ámbito familiar
  • Sensación de incompatibilidad con el tejido social

 

Para llevar a cabo un proceso de duelo exitoso, es necesario que el individuo:

  • Tenga mucha paciencia.
  • Mejore la comunicación con el entorno y exprese sus sensaciones, así experimentará el apoyo social.
  • No se cohíba de llorar, pensar y recordar los aspectos positivos del ser amado.
  • Coloque todo su esfuerzo en el proceso de duelo para que sea exitoso.
  • Evite llenarse de responsabilidades mayores durante este periodo.
  • Trate de distraerse y experimentar ratos agradables con personas de su tejido social.
  • Se alimente correctamente.
  • Descanse lo suficiente.

 

Cuando el proceso de duelo no está avanzando de manera exitosa, se presentan los siguientes síntomas:

  • Hipersensibilidad
  • Temores intensificados
  • Rabia
  • Irritabilidad
  • Depresión
  • Vulnerabilidad
  • Hiperactividad
  • Conductas compulsivas
  • Hermetismo
  • Rigidez
  • Problemas con la vida afectiva

 

¿Cómo acompañar al doliente durante el duelo?

No existe una formula precisa o correcta para ser un acompañante positivo, sin embargo, existen aspectos que tanto las personas cercanas como el profesional deben tomar en consideración para ser una ayuda eficaz en el proceso de duelo, y estas son las siguientes:

  • Informarse sobre el proceso de duelo: es importante que el acompañante se familiarice con los términos y las etapas que este proceso constituye, así comprenderá y tendrá conocimiento del origen de ciertos estados anímicos o reacciones enervadas del individuo que está padeciendo la pérdida.
  • Técnicas a emplear para el asesoramiento: usar fotos, videos, tarjetas, elementos que estimulen el recuerdo sano, así como rituales familiares y rituales de duelo.
  • Conectarse emocionalmente con la familia del afectado y con él mismo.
  • Conocer todos los detalles de la muerte: saber la edad, motivos de la defunción, relaciones afectivas, cercanía familiar, responsabilidades económicas y sociales del difunto con relación al doliente.
  • Escuchar y prestar atención a todo lo que el afligido exprese.
  • Evitar frases cliché, si no sabe qué decir es mejor que no diga nada.
  • Identificar emociones en el afectado: darle la confianza para que se desahogue y no reprima lo que siente.
  • Hacerse sentir presente física y emocionalmente: con gestos de apoyo, por ejemplo, un abrazo.
  • No desaparecer después de la muerte inmediata, la personae necesita más apoyo durante el proceso de adaptación y aceptación de la ausencia del ser amado.
  • Enseñarle al individuo a expresar los recuerdos gratos que tenga con la persona fallecida, de modo que sea una motivación y no un motivo de depresión.
  • Acompañarle en las decisiones difíciles que debe tomar y tratar de que estas sean oportunas.
  • Respeto por la emotividad de cada persona: no todos los individuos actúan ni somatizan el dolor de la misma manera, cada quien tiene su forma de enfrentarse ante situaciones difíciles y tiene su propio modo de resolverlos y de manifestar sensaciones.
  • Identificar si el individuo tiene problemas para llevar a cabo un proceso de duelo sano, de modo que necesite asistencia profesional de inmediato.

 

Tratamiento

 

Evaluación

El profesional deberá realizar una evaluación sobre las condiciones físicas y mentales del individuo y diagnosticar un perfil de duelo, clave fundamental para decidir qué tipo de tratamiento se le debe aplicar y organizar la intervención de modo que se solventen las prioridades, es decir, los principales problemas detectados.

El terapeuta deberá recopilar la siguiente información:

  • Antecedentes de pérdidas recientes o lejanas
  • Formas en las que el individuo afrontó esas pérdidas
  • De qué manera el individuo acostumbra a afrontar situaciones personales
  • Historia familiar y situación actual
  • Información sobre parientes cercanos
  • Aplicar el cuestionario IED (inventario de experiencias en duelo)
  • Circunstancias de la muerte, relación con el fallecido (indicadores para diagnosticar tipo de duelo)

 

Intervención

La labor de la persona que esté acompañando en duelo al afectado debe ser la siguiente: Ayudar a la persona a llevar un duelo saludable, cuidando de una buena alimentación e hidratación, evitando que enferme. En este sentido, el acompañante debe detectar si se trata de un duelo complicado para orientarlo y buscarle ayuda profesional temprana, así evitará que llegue a otro nivel de complicación. En este sentido, existen diferentes tipos de ayuda, también conocidos como niveles de intervención:

 

  • Intervención humana: Se trata del apoyo amistoso al afligido, cualquier persona que esté en la capacidad emocional de acompañarlo, puede hacerlo. Sin embargo, aunque existen terapias, es recomendable que el acompañante lea consejos y sugerencias para ser un apoyo positivo y lo más saludable posible.
  • Intervención psicológica: aquí le corresponde intervenir a un profesional, preferiblemente un psicólogo, que pueda asesorarlo de modo que el doliente esté en la capacidad de resolver  sentimientos encontrados con relación a la pérdida y estimule la posibilidad de rehacer su vida.
  • Intervención psicoterapéutica: esta tiene relación con la anterior, sin embargo, en este caso el profesional deberá directamente resolver los conflictos emocionales que posea el afectado. Es la intervención que sucede cuando el duelo se torna complicado, excesivo y prolongado. Las personas que deben llevar a cabo estas terapias deben ser psicoterapeutas. Existen dos tipos de técnicas a emplear: las técnicas exploratorias (recopilando la información familiar, emocional y antecedentes del doliente) y las técnicas de intervención (donde se aplican las técnicas específicas y la terapia como tal)

 

Enfoque proactivo

Esta terapia se aplica antes de que se produzca el fallecimiento de la persona, y consiste en una serie de etapas evolutivas para que el individuo comprenda la situación con mayor serenidad al momento de enfrentarla. En primer lugar el terapeuta debe educar al paciente con relación a la muerte, en este sentido, deberá hacerle entender al individuo que se trata de un proceso natural que forma parte de la vida.

Durante la terapia el profesional deberá facilitar la comprensión sobre la pérdida, dejar en claro que no es un tema tabú y hablar desde la experiencia, hacer referencia a un conocido que haya experimentado el proceso del duelo o asemejarlo a pérdidas cotidianas como muertes de plantas y mascotas, de esa manera se explicará el ciclo de la vida.

Es importante que el profesional ayude al paciente a exteriorizar los sentimientos y emociones, así se evitará que acumule sensaciones negativas que pueden desembocar de otra manera. Una de las mejores recomendaciones es encaminar al paciente a la resolución de malentendidos con la persona enferma antes de que la misma fallezca.

 

Enfoque reactivo

Esta terapia se aplica después de la pérdida y se debe llevar a cabo en un espacio cómodo para el paciente y el terapeuta, donde no tengan lugar las interrupciones que impidan la fluidez de la comunicación. El profesional debe hacer entender al paciente que la muerte es algo inevitable e irreversible y no existe fuerza externa que pueda controlarlo.

El terapeuta debe significar para el paciente una especie de apoyo, por eso es importante que exista empatía entre ambos, de modo que si el profesional estimula emocionalmente al paciente, este responda de forma positiva por el respeto y la confianza que genera en él. Al igual que en el otro enfoque, el terapeuta debe lograr que el paciente se exprese y manifieste todos los sentimientos que tenga para desintoxicar al organismo de energía negativa.

El profesional debe recomendarle al paciente realizar nuevas actividades que ayuden a drenar el estrés, como deporte, clases de baile y gimnasia, así como de conocer nuevas personas y activar su vida social, de modo que se evite el aislamiento (muy común durante el proceso de duelo). Es importante dejarle claro al paciente que los síntomas que padece de ansiedad o culpa son reacciones naturales y desaparecerán en un lapso de tiempo. 

 

Psicólogos de México expertos en Duelos y pérdidas


Autor: © PSIGUIDE