Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el alcoholismo es un trastorno mental y del comportamiento y como tal aparece recogido en la Clasificación Internacional de Enfermedades No. 10 (CIE-10).
Los patrones de consumo nocivos son difíciles de establecer en forma general, pues responden a comportamientos individuales. Sin embargo, se han conseguido ciertos acuerdos. Se considera “normal” el consumo semanal de 210 gramos para los hombres y 140 gramos para las mujeres.
Hablamos de consumo excesivo en el caso de 50 gramos de alcohol diario para la mujer (equivalente a una copa y media de licor) y de 70 gramos para el hombre (equivalente a un poco más de un litro de cerveza cada día).
En síntesis podríamos decir que el alcoholismo es la incapacidad de limitar el consumo de alcohol a pesar de las consecuencias perjudiciales de dicho acto.
El alcoholismo es una adicción. En este sentido, las adicciones se caracterizan por el involucramiento repetido en una actividad o con una sustancia, aunque actualmente nos haga daño, porque esa relación fue placentera o valiosa en algún momento.
La razón por la que muchos alcohólicos no se reconocen como tal, es porque las adicciones tienen distintos niveles: desde ligera (los que beben cada día 4 copas con las comidas) hasta muy severa (los que beben hasta quedar inconscientes en cualquier sitio). Estos gradientes confieren cierta complicación para la persona a la hora de percibir con claridad el problema, y a menudo, se enmascara la adicción en una frase muy conocida: “yo no estoy atado al alcohol, yo paro cuando quiero”; pero tal aseveración no es del todo cierta.
Los alcohólicos saben que su hábito no les hace bien, sienten arrepentimiento y a veces piensan en dejarlo, pero estos pensamientos no son suficientes para que cambien su comportamiento pues el alcohol genera una dependencia biológica en el organismo. Aquellas personas que beben mucho, y que tienen problemas con la bebida, pero que no tienen dependencia biológica son los que pudiéramos catalogar como personas que abusan del alcohol, no es lo mismo que adicción al alcohol.
La línea que separa el tomar sin problemas y el alcoholismo es bastante difusa y multifactorial. Los investigadores señalan que existen tres grandes grupos de factores en el origen de esta adicción: sociales, biológicos y psicológicos.
El consumo de alcohol a ciertas personas les produce placer inmediato, perciben desinhibición, autoconfianza y relajación. Esta experiencia placentera es la que buscan una y otra vez los bebedores. Los seres humanos estamos biológicamente programados para repetir las experiencias que nos causan placer y huir del dolor, es parte de una disposición natural que permite la supervivencia de la especie.
Cuando se consume alcohol nuestro cerebro libera ciertas sustancias, y nos hacemos adictos a ellas, no al alcohol en sí mismo. Por eso, en los procesos de rehabilitación es importante que la persona encuentre otras fuentes de satisfacción más saludables que la sustancia tóxica.
Nuestro cerebro es uno de los órganos con mayor capacidad de adaptación en todo nuestro organismo y es precisamente su capacidad de adaptarse (plasticidad cerebral) lo que crea la adicción al alcohol. Una copa hoy, mañana dos y luego tres y poco a poco aumenta la tolerancia, disminuyen los efectos agradables y de pronto se entra en un círculo vicioso in crescendo.
Este ciclo de repeticiones responde a cambios en la homeostasis o equilibrio químico en el cerebro; a cambios en los patrones de comunicación entre las neuronas y alteraciones importantes en su estructura y funcionamiento. Estos cambios se generan de forma más rápida y son más perjudiciales en consumidores muy jóvenes.
Las investigaciones científicas confirman también que existe un componente genético que favorece la aparición de adicciones más fácilmente en algunas personas. Como sucede con otras enfermedades de origen genético tales como la diabetes, el daltonismo, la hemofilia o algunas enfermedades mentales, no somos totalmente responsables de las alteraciones de nuestro genoma. Si estamos informados al respecto, podemos tomar medidas para evitar las mutaciones que podrían manifestar la enfermedad y si la enfermedad aparece estar informados nos permite ser capaces de gestionarla con madurez.
Nunca debemos culpabilizar a un alcohólico de su adicción. El enfermo es solo parcialmente responsable de su enfermedad.
Beber es un comportamiento aprendido. Siendo la psicología una ciencia que estudia el comportamiento humano, su rol es significativo en la recuperación de la adicción al alcohol. Los alcohólicos pueden aprender a no tomar o des-aprender el hábito.
Las creencias de cada persona sobre sí misma; la madurez mental en la toma de decisiones; la ausencia de recursos mentales para resolver problemas complejos; la carencia de apoyo en la solución de problemas emocionales y la desmotivación por la vida pueden ser causas psicológicas que favorecen la aparición del alcoholismo.
Una consulta adecuada con un profesional de la psicología o la psiquiatría nos permite descifrar los juicios y comportamientos que se deben cambiar para dejar a un lado el alcoholismo.
Los científicos también señalan que si existe alguna enfermedad mental, esta podría desencadenar la adicción al alcohol y otras sustancias. Hablamos por ejemplo de la depresión, los trastornos de ansiedad, el trastorno bipolar, etc.
Los signos y síntomas del alcoholismo son desde muy leves hasta otros severos, entre ellos podemos citar:
A nivel personal existen diversos factores de riesgo que influyen en el consumo nocivo de alcohol.
Entran en juego variables vinculadas a dos sistemas: la familia y la personalidad del individuo. En el primer caso están más en riesgo las personas cuyos padres fueron alcohólicos o adictos a otras drogas, entornos familiares violentos y con débiles vínculos afectivos. También influyen las crisis de valores intrafamiliares, el hacinamiento y vivir en zonas de tráfico y consumo de drogas.
Y en el segundo caso, son más vulnerables las personas con baja autoestima, altos niveles de angustia o depresión, baja espiritualidad, que les cuesta establecer relaciones interpersonales, que no saben manejar sus emociones, inmaduras, con poco juicio crítico ante la publicidad que vincula el alcohol y el placer, o las personas que viven con mucho estrés.
Para saber si tienes problemas con el alcohol puedes revisar la lista de signos y síntomas que hemos comentado aquí. Así podrás determinar a partir de tus propias experiencias si estos indicadores los percibes en tus experiencias con las bebidas.
Otra forma informal y en la puedes gestionar tú mismo el diagnóstico es respondiendo las siguientes preguntas:
Si has respondido “SÍ” a una de las anteriores preguntas, entonces podrías tener un uso abusivo del alcohol.
Si no te fías de los recursos de auto-diagnóstico que te hemos ofrecido, puedes pedir una calificación oficial por un psicólogo experto en adicciones. Y si lo prefieres dirigirte personalmente al centro de salud más cercano o contactar online con los psicólogos en nuestro directorio.
Los tratamientos para el alcoholismo tienen un componente biológico y psicológico. Un tratamiento eficaz puede incluir:
Uno de los elementos más importantes en el tratamiento de las adicciones es el coaching o acompañamiento de un psicólogo a largo plazo. Es importante que el paciente reconozca sus motivaciones para cambiar sus hábitos de consumo y aprenda a tomar decisiones más saludables.
También necesita apoyo para evaluar si su entorno social favorece su evolución. La consulta con especialistas en adicciones fortalecerá su capacidad para tomar medidas que le permitan una vida mejor, aunque ello implique decisiones drásticas en sus relaciones familiares y sociales.
Existen muchos enfoques y escuelas diversas en la psicología para tratar las adicciones. Aunque los seres humanos somos criaturas racionales, muchos de los hábitos no son procesados de forma consciente. Por eso cuesta un gran esfuerzo su modificación una vez han sido establecidos. La asistencia psicológica incluye terapia cognitivo-conductual, terapia conductual dialéctica, terapia de aceptación y compromiso, terapia de prevención de las recaídas.
Algunos tratamientos para vencer las adicciones incluyen un componente espiritual que ancle a la persona en el presente y la hagan sentir menos sola. Para muchos es vital sentir que tienen un apoyo de una figura superior (Alá, Dios, Buda, los ángeles de la guardia, los espíritus de sus ancestros…) que guie su propósito de sanación.
Existen evidencias de que la inclusión en comunidades espirituales y religiosas fortalece la capacidad de la persona para vencer la adicción al alcohol y otras sustancias.
Más allá de las comunidades religiosas, entendemos que la espiritualidad se manifiesta como una arraigada creencia en que la Vida tiene un propósito y un sentido. La espiritualidad vista desde esta perspectiva también es un recurso personal para realizar cambios existenciales. En algunos Grupos de Alcohólicos Anónimos se trabaja la espiritualidad como un pilar fundamental en la recuperación.
La tasa de recaída durante el primer el año es muy elevada y eso no significa que el tratamiento ha sido ineficaz. Tampoco anula lo que había conseguido el paciente con los días previos de autocontrol y abstinencia.
Más que explicar el regreso al consumo como un fracaso, debe interpretarse como un cambio de hábito totalmente reversible. No es un accidente, sino un hecho evitable y que manifiesta signos visibles, aún antes de que la persona consuma un trago.
La adicción es una enfermedad en cuya naturaleza están implícitas las recaídas, por lo que es mejor estar preparados para enfrentarlas.
Según estadísticas consultadas en diversos documentos de expertos que investigan las adicciones tales como Marlatt, Parlof y Stambulk ellos refieren que:
Las recaídas se propician debido a la presión de otros “amigos” bebedores, los conflictos en la familia, los pensamientos negativos del paciente o la dependencia fisiológica y psicológica a la sustancia tóxica. Para evitarlas es recomendable que tanto la familia como el individuo tomen ciertas medidas.
El abuso creciente del alcohol en el mundo es una situación preocupante.
En México más del 13% de la población tiene una relación nociva con el alcohol, en especial los hombres. El alcoholismo es la causa principal de los accidentes de tráfico en el país y además la raíz del 80% de los divorcios. Arrancar este problema de la sociedad es posible y requiere pequeñas acciones individuales, que empiezan con la búsqueda de información.
Psicólogos de México expertos en Alcoholismo