La adicción al sexo está médicamente definida como un desorden en las relaciones íntimas que se caracteriza por comportamientos compulsivos y una atracción irresistible hacia relaciones sexuales y pensar todo el tiempo en ellas.
La adicción al sexo aumenta de forma progresiva en intensidad con el paso del tiempo. El adicto repite ritos y comportamientos cada vez con más frecuencia en busca de la “satisfacción necesaria”.
Los adictos al sexo pueden tener comportamientos que generalmente se segmentan en tres grandes grupos:
Grupo 1: acciones que se realizan con frecuencia.
Grupo 2: acciones que se realizan de forma obsesiva sin importar las consecuencias y en las que las personas pueden ser víctimas de mafias o grupos fuera de la ley.
Grupo 3: acciones ilícitas que ponen en riesgo la integridad física y mental de los participantes.
Estos comportamientos pueden darse combinados o no.
Las relaciones sexuales vistas como una mera transacción económica son formas empobrecidas de intercambio. Nuestras sociedades de personas alienadas, consumistas, con escasas habilidades de socialización y totalmente ignorantes de las facetas enriquecedoras de la condición humana propician el desarrollo de adicciones.
La particularidad que encontramos en la adicción al sexo es que contrario a otras adicciones en que el objeto de la adicción (alcohol, nicotina, cocaína…) es prescindible -y no lo necesitamos para vivir- el tener relaciones sexuales es una necesidad fisiológica tan necesaria como alimentarse.
Las personas con poco o nulo interés en las relaciones sexuales íntimas podrían tener algún tipo de enfermedad física o mental (anorexia sexual); a menos que elijan el celibato por sus creencias religiosas.
Los adictos al sexo han generado una respuesta adaptativa que les ayuda a regular sus estados de ánimo, disminuir el estrés, olvidar problemas familiares o del trabajo y expresar una personalidad disfuncional, incapaz de autorregularse.
Para ellos el sexo no es la búsqueda de intimidad, de la fusión amorosa con el otro, de la entrega total y el reconocimiento mutuo. El acto sexual para los adictos es un momento breve de vértigo eufórico y abandonar este comportamiento autodestructivo se les hace difícil.
Algunas de las causas que pueden generar este padecimiento son los trastornos de ansiedad, la depresión, los abusos físicos, mentales y sexuales sufridos durante la infancia.
Igualmente otros traumas de la infancia tan severos como el abandono maternal o paternal también podrían generar comportamientos adictivos.
Algunos investigadores consideran que la adicción al sexo está vinculada a problemas bioquímicos en el cerebro. Las personas que tienen afectados los sistemas neuronales de recompensa buscan de forma ansiosa el consumo de alimentos, drogas y también relaciones íntimas.
Se ha comprobado que las lesiones en la corteza prefrontal media desencadenan un comportamiento sexual compulsivo.
Algunos especialistas también sustentan que este tipo de adicción se aprende a través de relaciones con miembros de la familia que también lo padecen; o por haber crecido con padres distantes, fríos y muy estrictos.
Se ha comprobado que son más vulnerables a tener adicciones sexuales las personas que tienen desbalances hormonales. Tanto hombres como mujeres producen en sus organismos unas hormonas vinculadas a la expresión de los caracteres sexuales secundarios masculinos llamadas andrógenos. Los hombres y mujeres con excesivos andrógenos pueden padecer con más facilidad la adicción al sexo.
La adicción al sexo también se manifiesta vinculada a trastornos mentales como el trastorno obsesivo compulsivo o el uso nocivo de drogas ilícitas y el alcohol. Tampoco se eliminan del cuadro problemas en el control de los impulsos como la piromanía, la cleptomanía y trastornos alimentarios como la bulimia y la anorexia.
Estas notas relacionadas con las causas de la adicción al sexo, no son concluyentes y generan controversia.
Aún se investigan las razones que conducen a personas inteligentes, trabajadoras, sin antecedentes familiares y con infancias adorables a comportamientos obsesivos que ponen en riesgo toda su existencia.
Las personas adictas al sexo son más propensas a contagiarse con infecciones de trasmisión sexual (ITS). Según estimaciones de algunos estudios en los Estados Unidos, el 80 % de los adictos al sexo han contraído al menos una vez alguna ITS.
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En el caso de las mujeres, un 60 % reconoce que han tenido embarazos no deseados o se han realizado interrupciones fruto de sus relaciones irresponsables.
Durante el acto sexual el cuerpo consume una gran cantidad de energía. Las personas adictas pueden llegar a tener hasta 5-7 encuentros en 24 horas, por lo que a largo plazo sus prácticas le desencadenan fatiga crónica o lesiones físicas.
Si la adicción se manifiesta en una actividad ilegal exponen su vida y libertad –además de ser un peligro potencial para la sociedad. Muchos terminan ante las autoridades judiciales, en prisión, pierden su trabajo y agotan sus finanzas personales para satisfacer su deseo desproporcionado.
No se altera la percepción
La persona adicta –si no hace consumo de drogas previo o durante el acto sexual– una vez termina su ritual adictivo está en plena capacidad intelectual para conducir un coche, hacer su trabajo o ir de compras. Sin embargo las personas que son adictas a la marihuana, el alcohol, la cocaína, la heroína, su capacidad de percepción se altera y no pueden realizar otras actividades mientras están bajo el efecto de la droga.
Todos necesitamos las relaciones sexuales
No se nace con un deseo natural de consumir tabaco, café, alcohol, anfetaminas y otras sustancias tóxicas. Sin embargo, todas las personas sanas nacen con un deseo natural de tener relaciones sexuales. Es una manera de perpetuar la especie, algo que está profundamente programado en el ADN de nuestras células (unión y multiplicación).
El reto de regular una necesidad fisiológica
Eliminar la adicción al sexo es competir con una enfermedad que tiene sus raíces en la deformación de una necesidad fisiológica. Solo un código de actuación claro, fuerza de voluntad y mantener en mente los objetivos son garantes de éxito durante la recuperación. Las adicciones con base en las necesidades fisiológicas son muy complejas de abordar y superar.
Trastornos mentales por las sustancias tóxicas
Las adicciones a sustancias tóxicas producen muchos más cambios en la mente, al punto que pueden destruirla. Si lo comparamos con la adicción al sexo, igualmente los adictos experimentan cambios en sus estados de ánimo y en su mapa neuronal, pero estos cambios son más acrecentados cuando intervienen sustancias tóxicas y que generan serias enfermedades mentales en el consumo a largo plazo.
Estas diferencias de la adicción al sexo en comparación con otras adicciones la hacen difícil de tratar e incluso reconocer.
El adicto al sexo es un escapista de las formas naturales de intimidad y su adicción puede complicarse mucho si está presente el uso nocivo de otras drogas.
Es difícil de establecer un diagnóstico en comportamientos leves o que se encuentran dentro del grupo uno. Solo un terapeuta, psicólogo o psiquiatra especializado en desórdenes en el comportamiento sexual pueden diagnosticar correctamente la adicción al sexo.
Los comportamientos del grupo dos si se realizan con frecuencia pueden indicar adicción y los del grupo tres manifiestan que hay un problema real a solucionar.
Algunas de las preguntas que habitualmente se formulan a una persona que acude a consulta psicológica en busca de diagnóstico son:
Para un diagnóstico completo es imposible evaluar solo el comportamiento sexual en la intimidad. Se analizan muchas otras variables vinculadas al medio, la historia de familia y la historia de vida.
La posibilidad de un autoexamen no aporta mucha claridad. En Internet se encuentran sitios con preguntas que apenas orientan un poco. La vergüenza y concepciones erróneas en temas tabú como el sexo dificultan la visión objetiva para hacer un autodiagnóstico.
Las personas no son malas ni buenas porque tengan adicción al sexo. Cualquiera es susceptible de enfermar y también sanar si encuentra las herramientas que devuelvan su organismo a un punto de estabilidad y equilibrio.
Por desgracia, los adictos sienten vergüenza de sus actos y pocas veces buscan ayuda. Su situación se agrava con el tiempo y su vida se convierte en un infierno.
Los tratamientos son diversos y de alta efectividad, pero requieren desde el principio que la persona adicta reconozca el problema y su necesidad de apoyo para sanar.
Los tratamientos inciden en cinco áreas concretas de mejoras:
Teniendo en cuenta todos los recursos online disponibles para ocultar lo que hacemos a los ojos de los demás y también para mantenernos engañados, la mejor manera de obtener resultados favorables en poco tiempo es mediante el tratamiento residencial.
En un centro especializado la persona vive durante varias semanas en un ambiente más controlado y libre de distracciones. De esta forma le es fácil concentrarse en su recuperación, conocerse mejor a sí mismo y seguir las pautas de desintoxicación.
El tratamiento incluye además psicoterapia individual, terapia de grupo, terapia familiar, terapia de pareja, grupos de apoyo y la medicación.
Psicoterapia: este es uno de los pilares más importantes de la recuperación. Permite al paciente reconocer sus mitos y guiones mentales que le hacen actuar de determinadas maneras. La psicoterapia favorece el autoconocimiento; incluye hurgar en aspectos inconscientes que modelan conductas; reconocer conflictos internos; solventar traumas; y hacer un mapa personal de todos los elementos que confluyen en la adicción al sexo.
Terapia de grupo: el encuentro en grupos pequeños con personas que son también adictas al sexo es útil para compartir emociones, aprendizajes y estimularse mutuamente en el proceso de recuperación. Los otros miembros sirven de espejos, inspiración y modelos.
Terapia familiar: la familia es un sistema que debe modificar su funcionamiento y crear espacio para el cambio y la evolución del adicto hacia una vida más saludable. Es muy difícil para el adicto sexual rebasar su condición si vive en un medio dónde es incomprendido, recibe reproches o se le tiene lástima. La terapia familiar es necesaria para sanear las relaciones entre los miembros y resolver conflictos. Una familia con vínculos afectivos fuertes puede sobrellevar con éxito los problemas y dar el soporte necesario a quienes lo necesitan para que abandonen sus adicciones.
Terapia de pareja: es difícil volver a confiar en la pareja una vez se descubre que tiene adicción al sexo y que ha traicionado la confianza depositada. Por eso, la terapia de pareja es vital para mejorar la comunicación, avivar el afecto y limar las asperezas y tensiones que generan las relaciones con una persona enferma.
Grupos de apoyo: algunos adictos al sexo no tienen pareja ni una familia que les ayude, por lo que en ese caso los grupos de apoyo son imprescindibles. En Méjico D.F. y el resto del país existen varios grupos como el grupo de Adictos al Sexo y al Amor Anónimos (ASAA), el grupo de Sexófilos Anónimos (SA) que ofrecen sesiones incluso online para que las personas puedan mantener la sobriedad sexual y emocional. Estos grupos usan la metodología de los 12 pasos, un modelo tomado de los Alcohólicos Anónimos y que es de alta efectividad.
Psicólogos de México expertos en adicción sexual
Imágenes: Cristian Eslava